Imagen de la romería del Cocó de Lloseta. | Lola Olmo

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La romería del Cocó de Lloseta se convirtió ayer en el primer evento social sin mascarilla obligatoria, al entrar en vigor la normativa ayer mismo. Y la mayoría de asistentes prescindieron de ese «complemento» que nos ha acompañado los dos últimos años. No fue un «Cocó» multitudinario como antes de la pandemia por la falta de público de otros municipios y por un tiempo inestable que no invitaba al paseo, pero los vecinos de Lloseta llenaron la explanada de su ermita durante la misa y luego salieron a pasear entre las atracciones y puestos de cocoveters y de juguetes instalados a lo largo de toda la Avinguda del Cocó.

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La procesión salió de la parroquia a media mañana, con la Mare de Déu de Lloseta portada a hombros por cuatro mujeres de la cofradía que lleva su nombre. Las acompañaban los xeremiers y los nuevos Gegants de Lloseta, Sebastià y Maria, quienes vivían su primera fiesta del Cocó, pues fueron estrenados el verano pasado, durante las fiestas patronales. También se sumaron varios sacerdotes y dos misioneros, monaguillos, vecinos de todas las edades y una nutrida comitiva institucional. El alcalde, Xema Muñoz, y miembros del Consistorio, estuvieron acompañados por las presidentas del Govern y del Consell, Francina Armengol y Catalina Cladera; el presidente del Parlament, Vicenç Thomàs; la consellera de Presidència, Igualtat i Funció Pública, Mercedes Garrido, así como alcaldes y concejales de la comarca.

Tras la misa oficiada en la ermita, el público pudo entrar en el pequeño templo y recuperar la tradición de tocar o besar la imagen de la Mare de Déu del Cocó, una costumbre que había sido suprimida del culto desde la irrupción de la COVID-19. Allí mismo, Francisca Llabrés, vecina encargada del cuidado de la ermita, atendía con la ayuda de su nieta Xisca a las personas que querían hacerse con unas mides o figuras de la virgen llosetina, mientras otros bajaban hasta el lecho del torrente para seguir otra tradición local, la de poner los dedos de las manos en el interior de unos orificios o didalets situados en la cueva donde se dice que fue hallada esta talla.