La fiesta regresó a la normalidad, aunque con muchas mascarillas, después de suspenderse en 2021. | Juanjo Roig

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Si en 2020 la fiesta de la Beata Francinaina Cirer de Sencelles fue uno de los últimos actos tradicionales que se celebraron en Mallorca antes del confinamiento, este domingo volvió a vivirse un espíritu prepandémico, aunque con las mascarillas como protagonistas obligadas. La iglesia parroquial de Sant Pere acogió a las diez y media de la mañana la misa en honor a la Beata Francinaina. Una hora después en Can Bril se preparó la concentración para dirigir la comitiva a la ofrenda floral en la plaza del Ayuntamiento, que ahora se encuentra en obras aunque ya se ha finalizado la rampa de subida a la iglesia y el espacio donde se sitúa el monumento de la Beata. Como indica la tradición, los participantes iban vestidos a l’ampla y las casas lucían adornadas con macetas, imágenes de la Beata y hermosos domassos.

Danzas y poesía

A lo largo del recorrido los devotos realizaron una parada en el convento de la Caritat, donde se encuentra el sepulcro de la Venerable, para seguir su camino hasta la plaza detrás de los xeremiers Es Capoll Llarg. La geganta de la Beata y los capgrossos ofrecieron dos bailes en la plaza, mientras que el jugador del Atlètic Sencelles, Marc Venteo, leyó el pregón. El club de fútbol ha nombrado capitana de honor a la Beata y ayer algunos de sus miembros ayudaron a la Agrupació Folclòrica Es Jonc a colocar en la base de la estatua los ramos que los sencellers dejaban en la ofrenda.

Un instante emotivo se produjo con la poesía que Antelm Ferretjans dedicó a Sor Francinaina y que la niña Maria Eugènia Bennàssar pronunció con mucha soltura. El momento más esperado llegó con la ofrenda de flores al monumento que preside la rampa, antes de las obras escalinata, de la parroquia. Los sencellers y sencelleres se volcaron en la tradición y entregaron más de 350 ramos que había repartido la Associació Tia Xiroia.

La celebración fue un canto de esperanza por lo que parece ser el fin de la pandemia, pero también una voluntad de paz con el conflicto bélico en Ucrania, según relató el cronista oficial de Sencelles, Jordi Llabrés, quien también coordinó todo el acto.