Un local comercial en alquiler en Valldemossa. | Carla Sanz

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A pesar de la tranquilidad que emanan sus calles, cada año miles de turistas pasean por ellas. Valldemossa, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO el 2011, es un de las joyas de la Serra de Tramuntana. Sin embargo, ni su cultura ni sus increíbles paisajes la han salvado de vivir las consecuencias económicas derivadas de la pandemia del coronavirus. La falta de turistas durante los meses de invierno ha provocado que muchos locales bajen la persiana y cuelguen el cartel de 'se alquila'.

Dos años después del inicio de la crisis derivada de la situación sanitaria la fotografía que se puede hacer de la localidad mallorquina es muy distinta. Según datos facilitados por el Ajuntament de Valldemossa, en el año 2019 todos los locales del municipio se encontraban ocupados y no hubo movimientos de venta ni de alquiler. En 2020, con las restricciones y la limitación al turismo, empezaron a aparecer los carteles de alquiler. Llegó el cerrojazo y todavía siguen sus consecuencias. Este pasado 2021 se alquilaron dos locales que se dejaron vacíos en 2020, aunque todavía permanecen vacíos cinco locales más.

La caída de la actividad comercial es fruto del descenso del turismo durante la temporada baja, que se ha visto reducida a prácticamente la mitad en comparación con las cifras de la prepandemia. Durante los meses de verano se mantuvo la afluencia de turistas, muy similar a la de 2019, pero con la llegada del frío llegaron los cierres de locales. Durante los meses de noviembre y diciembre de 2019 pasaron por la oficina de turismo del municipio un total de 4.531 personas, mientras que en el mismo periodo de 2021 solo lo hicieron 2.537 visitantes.

Las cifras son insuficientes para evitar el cierre de comercios en una localidad en que su motor económico es el turismo. «Esperamos que el 2022 sea un año más parecido al 2019», afirman desde la regiduría de turismo del consistorio. Cabe recordar que el índice de presión turística diaria en el municipio de la Serra llegó de 154 turistas por cada 100 habitantes en el verano de antes de la pandemia, un dato «muy por encima» de cualquiera de los destinos turísticos de España, según un informe realizado por Exceltur.

El aumento de locales en alquiler queda reflejado en los principales portales inmobiliarios. En Idealista hay publicadas cinco ofertas de alquiler de locales comerciales, todos ellas destinados a actividades turísticas como tiendas de ropa o elementos de recuerdo y souvenirs. Los precios de los arrendamientos oscilan entre los 1.200 euros al mes, el más barato; hasta los 2.300 euros, el más caro, un local en la calle principal de unos cincuenta metros cuadrados. En el portal inmobiliario online no aparece ningún local en venta.

La Cartoixa de Valldemossa, el principal atractivo turístico y cultural del municipio, también permanece cerrada durante estos meses. A pesar de que abrió sus puertas el pasado verano, con la llegada de la temporada baja volvieron a cerrar. En los últimos años la crisis económica y el cambio de criterio de algunos touroperadores hizo que llegara a un punto en el que se hacía necesaria más que nunca una renovación que se puso en marcha este pasado verano con eventos culturales.

A pesar de que el descenso de visitantes es generalizado, en la oficina de información turística sí que registran más afluencia los fines de semana, sobre todo de visitantes locales y algunos nacionales. Los comerciantes que mantienen abiertos sus negocios en los meses de invierno intentan sobrevivir con los mallorquines que acuden a pasear por sus calles y disfrutar de un aperitivo o un café. La vista está puesta en la próxima temporada, que esperan que empiece a finales de marzo con los ciclistas que realizan el clásico recorrido por la Serra, pasando por Valldemossa, Deià, Sóller y siguiendo hacia Escorca y Pollença.