Miquel Frontera, retratado en su librería S’Estany. | R.P.F.

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Miquel Frontera (Santa Maria, 1962 ), atesora una prolífica trayectoria profesional sustentada en tres pilares que interactúan y se complementan en sus proyectos: su formación como biólogo, su especialización en educación ambiental y su pasión por la fotografía analógica, un arte que sigue cultivando en plena expansión de la imagen digital. Junto a su esposa, Catalina Tur, han impulsado la puesta en marcha de una librería y del centro cultural Espai Passatemps, en Santa Maria, en colaboración con la fundación del coleccionista y filántropo Michael Horbach.

¿Cómo es que dos biólogos apuestan por los libros de papel en plena era digital?
— Los dos somos biólogos, de hecho nos conocimos en la facultad de Biología. Al heredar el estanco que mis padres regentaron desde 1968, quisimos convertirlo en librería y ligarlo a presentaciones de libros, exposiciones de fotografía, lecturas poéticas... También para compartir esta afición por la literatura y el arte con nuestros hijos.

¿Cómo ha vertebrado sus proyectos para combinar las tres facetas de su formación?
— Como biólogo y educador ambiental he podido participar en diversos proyectos de investigación y documentación de diversa índole, cuyo resultado se ha divulgado en forma de exposiciones y sus catálogos o en la edición de libros. Y la fotografía ha sido un complemento para ilustrar y documentar el trabajo realizado.

Ha participado en el nacimiento de espacios naturales protegidos, como s’Albufera y el parque nacional de Cabrera.
— Cuando se creó la figura del Parc Natural de Cabrera formé parte, junto a Pere Tomàs, Antoni Font y Vicenç Fortesa, además de Jorge Moreno que era el director, del equipo técnico que redactó el Pla d’Ordenació de Recursos Naturals (PORN) y el plan de gestión; fue un trabajo de dos o tres años, también diseñamos el museo y el material didáctico y divulgativo. Respecto a s’Albufera, realicé, junto a Francesc Lillo, un estudio del proceso de transformación del paisaje desde que se intentó desecar en el siglo XIX. Todos estos estudios siguen vigentes en estos espacios naturales.

¿Cómo ha sido el salto de la divulgación ambiental a la dinamización cultural desde Espai Passatemps?
— Abrir este espacio cultural ha sido una evolución. A raíz del trabajo realizado en Cabrera, junto con Toni Font abrimos una consultora ambiental de la cual nacen sucesivas exposiciones y publicaciones, como un estudio de todas las salinas de las Illes Balears, el medio natural y su entorno, los usos tradicionales y actuales que han tenido y su evolución a lo largo de la historia. Ya teníamos la experiencia para montar exposiciones y actos, y ahora además disponemos de un local adecuado.

¿Cómo surgió la colaboración con la fundación Michael Horbach en este proyecto?
— Fue casual, estaba documentando el paso del pintor Rich Miller, que vivió parte de su vida en Santa Maria, para realizar un documental. Para ello visité la casa donde vivió el artista, que era propiedad de un señor alemán. Más adelante, quise entregarle una copia del documental y resultó ser Michael Horbach, que tiene una fundación que lleva su nombre y posee una magnífica colección de obras de fotógrafos de todo el mundo. Conectamos a través de nuestra pasión por la fotografía y ahí surgió esta colaboración que nos permite traer a Santa Maria exposiciones pertenecientes a la colección Michael Horbach, de una gran calidad, que antes se han podido ver en grandes ciudades de Alemania.

¿Cuáles han sido las primeras actividades del Espai Passatemps?
— En abril pasado, tuvimos la presentación del libro Carpe momentum de Biel Mesquida, con un recital poético en el que participaron siete amigos del poeta: Àngels Àlvarez, Miquel Cardell, Mateu Coll, Nicolau Dols, Elisenda Farré, Laia Martínez y Sebastià Perelló. La presentación del libro Mateu Reus «Rotget» (1687-1729) El bandolerisme popular a la Mallorca borbònica, del historiador Mateu Morro. Y la exposición Infern/paradís, una adaptación de la exposición Hell & Heaven organizada per la Fundació Michael Horbach en Colonia (Alemanya) en 2015 con obra del fotógrafo mallorquín Pep Bonet, que fue nuestro acto inaugural.

¿Hay demanda en Santa Maria para que su iniciativa prospere?
— Hay un substrato cultural no exclusivo de Santa Maria, aspiramos a atraer público de toda la Isla. Se trata de encontrar propuestas interesantes y saber hacerlas llegar a la gente. Ahora trabajo en una exposición de fotografía cubana y en la obra de Joan Mascaró y de Miquel Dolç.