Las Beneïdes de Muro congregan a un multitudinario público cada año en las calles céntricas. | Jaume Morey

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Muro y Pollença se suman a los muchos ayuntamientos de Mallorca que ya han decidido suspender sus fiestas de Sant Antoni, ante la escalada de contagios de COVID-19 que vive la Isla y por la imposibilidad de celebrar los actos más populares y tradicionales con distancia social y otras medidas de seguridad.

En Pollença, hace días ya se había decidido suspender la celebración del Pi, el acto más multitudinario, que congrega a miles de personas en el reducido espacio de la Plaça Vella. Ayer, el Ajuntament dio un paso más y decidió suspender también el correfoc, los foguerons y torrades –prohibidos por el Govern– y el resto del programa de Sant Antoni. «Suspendemos todos los actos para evitar la propagación de la COVID-19; deseamos que en 2023 podamos volver a celebrar la fiesta de Sant Antoni con la máxima normalidad», anunció el Ajuntament de Pollença en un comunicado.

Ni ‘dimonis’ ni Beneïdes

En Muro, donde la revetla y las Beneïdes de Sant Antoni son actos con una gran concurrencia de público, la decisión se ha ido posponiendo hasta el último momento por la ilusión de todos aquellos colectivos que participan en la organización de las fiestas. Pero la decisión de suspender todos los actos estaba prácticamente decidida anoche, cuando el alcalde, Antoni Serra, y el concejal de Cultura, Festes i Tradicions, Miquel Porquer, se reunieron con todas las entidades: iglesia, AMIPAS, carrozas, dimonis, caballistas, etc.

«Es imposible garantizar la distancia social ni en el correfoc ni en unas Beneïdes tan participativas como las de Muro, no tenemos suficiente espacio ni medios para controlar el cumplimiento de las medidas sanitarias» apunta el alcalde. Porquer añade que se estudiará celebrar el desfile un domingo de primavera para no echar a perder el trabajo de todos los que participan en la confección de las carrozas, un trabajo que llevan haciendo desde noviembre. Este año tampoco podrá ser.