Varios jugadores de estràngol, en Son Macià. | Emilio Queirolo

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Es domingo por la tarde en Son Macià. Por las calles vacías se escucha un tintineo metálico. Seguimos el sonido y nos encontramos con un alborotado grupo de jóvenes que, en plena calle y por turnos, va lanzando unas piezas de metal con las que tratan de golpear una piedra colocada en el suelo con varias monedas encima.

Es el estràngol, un juego ancestral que únicamente se practica en esta pequeña localidad perteneciente al término municipal de Manacor. Hasta tal punto es endémico, que este pueblo de menos de mil habitantes acoge cada año, coincidiendo con las fiestas de verano, el campeonato mundial de esta disciplina.

No podría ser de otra manera, ya que todos los jugadores de estràngol que hay en el planeta, cerca de 40 en la actualidad, son de Son Macià. Los hay de todas las edades, desde gente mayor a niños pequeños.

Cada jugador tiene su ‘tella’, que es la pieza metálica que se lanza. FOTO: E.Queirolo

«Se juega desde tiempos inmemoriales: mi padre, mi abuelo y mi bisabuelo lo practicaban», explica Nofre Fullana, jugador de 37 años que empezó cuando tenía seis o siete.

«Antiguamente, los jugadores se reunían en possessions para jugar los domingos. Ahora, lo hacemos en las calles del pueblo, concretamente en la que menos coches haya ese día», indica. Lamenta que «en las últimas décadas, se ha ido perdiendo la tradición, pero estamos intentando recuperarla. Desde el año 2000, cuando hicimos el primer campeonato mundial, ha revivido», señala Fullana.

Tradición

Cada jugador tiene su tella, que es la pieza metálica que se lanza. «Tradicionalmente, se hacen con trozos de ballesta de camión trabajados en la forja, aunque antiguamente se usaban piedras planas e incluso suelas de zapato», detalla Fullana.

Imagen del rebàtol. FOTO: E. Queirolo

Normalmente, la tella es cuadrada o rectangular y tiene las esquinas algo levantadas, «aunque cada jugador tiene sus preferencias y le pide al herrero la forma exacta que mejor se adapte a su mano y a su forma de tirar», abunda. Se trata de golpear con la tella el rebàtol o rebatell, una piedra situada a cierta distancia con varias monedas encima, con objeto de hacerlas caer.

Las monedas que queden más cerca de la tella que de la piedra, van a parar al bolsillo del tirador. No nos engañemos, nadie se hace rico jugando a estràngol, ya que generalmente se usan monedas de menos de un euro, y además, usualmente se devuelven a sus propietarios.

«Estamos mirando de usar bitcoins, pero la idea aún no está madura», bromea uno de los jugadores, provocando una risotada general. En el ambiente se respira camaradería, pero no falta la competitividad y el rigor, incluyendo el uso del metro para dirimir cualquier disputa ante resultados dudosos. «Es nuestro VAR», comenta con sorna un jugador.

Se trata de golpear con la ‘tella’ el ‘rebàtol’ o ‘rebatell’, una piedra situada a cierta distancia con varias monedas encima, con objeto de hacerlas caer. FOTO: E. Queirolo

Aunque existen juegos parecidos, denominados directamente tella, en Montuiri, Manacor y en algunos pueblos de Menorca, el estràngol es patrimonio único de los macianers, que conservan con celo el legado de sus ancestros.

«En 2019, al cumplirse el centenario de la fundación de Son Macià, los herreros del pueblo se unieron para manufacturar cien telles que repartieron entre los niños del pueblo, para impulsar la práctica del estràngol y que no se pierda», recuerda Fullana.

La asignatura pendiente sigue siendo atraer a las mujeres a un juego tradicionalmente masculino. «Hay pocas mujeres adultas que lo practiquen, pero en los campeonatos mundiales, en la categoría infantil, hay una enorme participación femenina; ha habido años en que incluso han competido más niñas que niños», celebra.

Es una buena señal de que el estràngol se adapta a los tiempos y se proyecta hacia el futuro.