Uno de los mensajes amorosos construidos con piedras sobre el acantilado del final de la calle Congrio.    | Michel's

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El final de la calle Congrio de Cala Llamp rezuma amor. Amor no exento de riesgo. La única salida de la mencionada vía da al desmonte de un profundo acantilado que se precipita sobre el mar, en el que, años atrás, estaba previsto construir un hotel. Ahora el espacio resultante ha sido tomado por tortolitos y grupos de botellón que se dedican a descolgarse despeñadero abajo para dejar testimonio de sus enamoramientos mediante la construcción de mensajes de ‘ailoviu’ con piedras y fragmentos de roca desprendidos de la escarpadura.

Tales consignas de amor verdadero han sido advertidas por vecinos de la zona, así como por los jóvenes que practican el deporte de la escalada en las inmediaciones. Como la del mensajeo lítico-amoroso, una práctica tampoco desproveída de peligro. Sin embargo, para desempeñarla, los trepadores de acantilados toman no pocas medidas de seguridad. Van a lo que les gusta pertrechados de arneses, pies de gato, cascos, aparatos aseguradores, bagas de anclaje y mosquetones.

Los otros, únicamente cargados de arrobas de pasión y de alguna copa los días de botella. Los lugareños reconocen que no arman demasiado follón, pero andan preocupados por ellos, pues la orografía de la zona no es propicia para según que efusividades.