Un remanso de paz. Con estas palabras se puede definir Es Racó d’Artà, un destino de transformación enclavado entre las montañas de Artà y que se ha convertido en el sueño hecho realidad de los amigos Jaume Danús y Antoni Esteva. | Teresa Ayuga

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Un remanso de paz. Con estas palabras se puede definir Es Racó d’Artà, un destino de transformación enclavado entre las montañas de Artà y que se ha convertido en el sueño hecho realidad de los amigos Jaume Danús y Antoni Esteva.

Hace ocho años, y sin saber bien cuál sería el futuro de la finca, el constructor Jaume Danús y Antoni Esteva, de Esteva i Esteva Arquitectura, adquirieron la propiedad y se sumergieron en un proyecto que se ha convertido en su pasión. Lo que hace casi una década era una gran finca del siglo XIII de 200 hectáreas totalmente abandonada, ahora es un lugar en el que parar y conectar con los elementos.

Para adentrarse en la filosofía de este establecimiento es necesario dejar los roles y condiciones de cada uno en la barrera que da acceso a la gran finca. Traspasado el umbral, la grandeza de la naturaleza invita a que cada uno elija su camino para conocer su propia esencia. El equipo de este retiro (es algo más que un hotel de cinco estrellas) acompaña a todos los que quieran iniciar este camino y les ofrece herramientas para conseguirlo. «Aquí salimos de la normalidad y volvemos a lo natural», según indica la anfitriona Johanna Lundström.

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han dedicado los últimos ocho años a transformar este enclave

Esta naturalidad también se encuentra en todas las estancias de la antigua casa payesa, totalmente reformada, y en las nuevas dependencias y sus 34 habitaciones. Las líneas puras y simples y el carácter minimalista son la nota dominante en todos los espacios, que se extienden hasta en la forma de vestir del equipo, a cargo de la diseñadora de Cortana. «El amor que tenemos a la tierra nos ha llevado a realizar un trabajo sostenible», explica Antoni Esteva, mientras que Jaume Danús cuenta que «los principales materiales usados para la obra han sido tierra, piedra, caña, madera y mucha cal». De hecho, para levantar las nuevas construcciones, que se han mimetizado por completo con la naturaleza que las rodea, no se cortó ningún árbol de la finca.

El resultado es un espacio rodeado de montañas con todas las comodidades posibles y una piscina infinita con vistas a Artà y Sant Salvador. Para relajar el cuerpo y la mente, se ofrecen varios tratamientos en el Sanum per Aquam y en la zona de agua se encuentra una piscina específica para los tratamientos exclusivos Watsu y Wata. La meditación y el yoga también tienen sus estancias particulares.

Pero además de buscarse a uno mismo y conectar, los huéspedes que escogen este destino de Mallorca encuentran una gran oferta de talleres de palmito, que imparte una especialista de la zona en llatra; de huerto ecológico, gastronómicos, de apicultura o de mindfulness, entre otros. También se ofrecen caminatas entre los viñedos, el huerto ecológico o la plantación de árboles frutales. Con estas iniciativas se busca «proporcionar herramientas y pautas para poder llevar un forma de vida más consciente», según el director de concepto de Es Racó d’Artà, Felip Boyero.

Aunque tanto Danús como Esteva advierten que su sueño aún no está terminado (dicen que siguen soñando) aseguran que este retiro es «como un hijo». Con esta frase, Jaume Danús resume a la perfección el concepto de este destino, que también considera «la joya de la corona». Antoni Esteva añade que Es Racó d’Artà se ha creado «desde el respeto y amor hacia la naturaleza, que hemos intentado no desvirtuarla».

Antoni Esteva y Jaume Danús.