La imagen de Sor Anunciación, echando el cierre a las puertas del edificio en octubre de 2016, a sus 87 años, marcaría el fin de la comunidad de religiosas de la Inmaculada Concepción, por falta de relevo generacional al frente de la congregación. | Antoni Pol

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La vida religiosa regresará al Monestir de la Concepció de la Verge Maria de Sineu, cuatro años y medio después de que lo abandonara la última de las monjas franciscanas que lo habitó, Sor Anunciación, quien partió el 20 de octubre de 2016 destino a Zaragoza, donde falleció tres años después. Desde entonces este convento concepcionista ha permanecido cerrado hasta que ahora el Bisbat de Mallorca ha anunciado que el monasterio será reabierto y se instalarán en él las Hijas de la Sagrada Familia, una congregación fundada en Barranquilla (Colombia) en el año 2011. «Esta congregación tiene dos ramas, de vida contemplativa y activa, respectivamente, que tienen prevista su llegada a Mallorca. Unas al monasterio de la Inmaculada Concepción de Sineu, y las otras al servicio de un grupo de parroquias a determinar», señala el Bisbat de Mallorca.

El rector de la parroquia de Sineu, Guillem Feliu, apunta que «los detalles los explicará el obispo, Monseñor Sebastià Taltavull, el jueves a las 19 horas en la iglesia de Sineu».

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El Ajuntament de Sineu había aspirado a que la Iglesia le cediese el uso de este antiguo monasterio, que también fue residencia de los Reyes de Mallorca en la Edad Media, de ahí que en Sineu se le conozca como «el Palau». El alcalde, Tomeu Mulet (PP), quería poder disponer de este edificio emblemático, y protegido como Bien de Interés Cultural por el Consell, para la celebración de actos culturales. Pero desde el primer momento el obispado señaló que su intención era recuperar la vida contemplativa con otra orden que pudiera hacerse cargo. Las monjas concepcionistas lo habitaron durante 433 años, desde 1583. La última monja que quedaba en el monasterio de la Concepción de Sineu, Consuelo Navalón (Sor Anunciación) echó el cerrojo el 20 de octubre de 2016 a sus 87 años, y partió destino a Zaragoza, donde falleció tres años después. Pocos días antes había fallecido la abadesa, Sor Paquita, y la comunidad había quedado reducida a dos monjas, hecho que aceleró su extinción. Desde entonces el edificio ha permanecido cerrado.

La falta de vocaciones y la avanzada edad de sus miembros es un problema común en todas las congregaciones mallorquinas, por lo que no ha sido fácil encontrar substitutas para atender el monasterio de Sineu. Finalmente, será una congregación fundada en Latinoamérica la que se haga cargo del mismo. El jueves, el obispo de Mallorca, Sebastià Taltavull, explicará el proyecto que aguarda a esta segunda etapa del monasterio, una vez que lleguen las religiosas a la Isla.