La antropóloga Jackie Waldren. | M. À. Cañellas

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El lunes falleció en Palma Jacqueline ‘Jackie’ Waldren (Los Ángeles, 1937), antropóloga, escritora, artista y colaboradora del que fue su marido, el arqueólogo William ‘Bill’ Waldren, fallecido en 2003. Ambos fueron cofundadores del Deià Archaeological Museum and Research Center, que fue museo, galería de arte, centro de estudios y su hogar durante más de medio siglo.

Jackie Waldren llegó a Deià en 1959 con solo 21 años y se enamoró del pequeño pueblo de la Serra en el que ya residía Bill desde hacía un tiempo, y que desde el primer día se convirtió en el otro gran amor de su vida. Ambos convirtieron el pequeño municipio en su hogar y contribuyeron decisivamente a transformarlo en epicentro de una actividad cultural que por entonces tenía pocos paralelismos en la Isla. Este paraíso mediterráneo había atraído la atención de un nutrido grupo de intelectuales y artistas extranjeros que se afincaron en el pueblo, conviviendo con sus vecinos y formando allí sus familias. Jackie y Bill tuvieron cuatro hijas deianenques.

En los años 60, cuando William Waldren empezó a realizar sus estudios arqueológicos en Mallorca, Jackie se convertiría también en antropóloga finalizando, no sin gran esfuerzo de toda la familia, sus estudios en la prestigiosa universidad de Oxford.

En su casa-museo de Deià, Jackie fue anfitriona de los estudiantes de diversas partes del mundo que acudían a colaborar con las excavaciones de su marido, atraídos por sus hallazgos sobre el poblamiento inicial de Mallorca.

En 1996 Jackie Waldren publicó el libro titulado Insiders and Outsiders: Paradise and Reality in Mallorca, un completo trabajo de antropología social que analiza a la perfección la convivencia entre autóctonos y extranjeros que se tradujo en una sociedad multicultural que catapultó al mundo la fama de Deià.

También en 2002 publicó un segundo libro sobre la misma temática que tituló Mallorquins, estrangers i forasters.

Sus restos reposarán junto a los de su querido Bill en el cementerio de Deià, colgado sobre un mar azul que unió sus destinos para siempre.