Sixto Ruiz Olivares, en su despacho del Hospital Comarcal de Inca.

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Sixto Ruiz Olivares (Zaragoza, 1975) es coordinador del área de cronicidad del Hospital Comarcal de Inca y máster en Psicoterapia. Es tan inquieto en su profesión como en su otra faceta, la de comunicador, descubierta de manera casual al tratar de dar ánimos a sus compañeros desde un podcast que incluso ha atraído la atención de medios nacionales.

El hospital de Inca sufrió la saturación de la etapa álgida de la pandemia del coronavirus. ¿Respondió adecuadamente ante esa situación?
— Sí. Los profesionales necesitamos sentirnos arropados por un hospital que tuviera todos los medios para dar a los pacientes la mejor atención y una dirección atenta a nuestras demandas, y así ha fue. Ahora sabemos lo que podríamos haber hecho mejor pero sólo con la perspectiva del tiempo. En cada momento, con la información que hemos tenido, hemos sentido que se ha puesto a nuestro alcance todo lo posible y hubo suerte de que la primera ola, que fue la que sorprendió más, no fue tan tremenda en Mallorca como en otros sitios. Hemos vivido momentos muy duros temiendo que nosotros también nos desbordáramos pero en nuestra zona las medidas se tomaron siempre a priori y se ha mantenido la situación bajo control.

¿Qué peculiaridades se han vivido en este centro del Raiguer a diferencia de los grandes hospitales de Palma?
— Las peculiaridades vividas durante la pandemia son las mismas que las vividas antes de esta. Somos un hospital comarcal, pequeño, con una población bastante diferente a la de Palma. Yo destacaría la cercanía y la familiaridad, tanto entre los profesionales del propio hospital, como entre el profesional y el paciente.

¿Qué carencias en el servicio se han puesto de manifiesto en esta crisis?
— Había temas que podían avanzar mucho más rápido de lo que lo hacían pero hemos necesitado una crisis para que se pusieran de manifiesto. Cosas en las que no estábamos mal, pero podíamos estar mejor y hemos tenido que acelerar. Estas han sido principalmente todo lo que tiene que ver con las herramientas de comunicación y telecomunicación que estaban siendo infrautilizadas. Transmisión de información con el paciente, entre nosotros, con la industria farmacéutica; intercambio de novedades y avances entre médicos, farmacéuticos, dirección... en realidad yo no diría que antes estábamos carentes, pero sí es cierto que la necesidad ha potenciado sorprendentemente los medios ya disponibles.

Su ‘podcast’ trata de insuflar ánimo entre los compañeros del hospital de Inca. ¿Cómo de marcada quedará esta generación de profesionales sanitarios?
— Mi podcast nació por casualidad, pero con esa intención. Eran mensajes diarios de audio por Whatsapp en el grupo que se hizo para comunicarnos entre los tres conjuntos separados de profesionales que se formaron al inicio con intención de minimizar posibles brotes. Cada día, uno de los médicos escogía una canción y yo hilaba un espacio radiofónico en él hablaba del compañero que había escogido la música, de la canción, comentaba las novedades del día... lo que fuera surgiendo. Quizá sirvió para potenciar aún más el espíritu de equipo. Cuando abandonamos aquel sistema de trabajo yo ya me había enganchado a vivir el día a día a través de música escogida por oyentes y reflexionar al hilo de ella y animado por algún compañero que quería seguir oyendo aquel espacio y unos cuantos amigos que escucharon la entrevista que me hizo Juan Ramón Lucas en Onda Cero y quería oírlo, nació en iVoox ‘Sonamos de Fondo’, que conserva ese espíritu musical y reflexivo, así como las reglas de oro de ser diario y de menos de seis minutos. La pandemia nos marcará a todos. Esta generación quedará más preparada para posibles situaciones similares, pero desde lo vivido espero que no tengamos que recurrir más a lo aprendido contra la crisis y sí lo apliquemos para que esta no se repita.

¿Qué le gustaría que los ciudadanos aprendiéramos después de la pandemia sobre los profesionales sanitarios?
— A mí me gustaría que los ciudadanos aprendieran que nosotros lo somos también e intentamos hacer las cosas lo mejor posible. Todos, profesionales sanitarios y servicios esenciales que nos mantuvieron en los duros momentos iniciales con el confinamiento, somos ciudadanos y aunque tenemos la suerte de habernos podido sentir más útiles en esta situación, también hemos cargado el mismo peso que el resto. Si en ese momento nuestra obligación era estar al pie del cañón y ser más visibles, la de los demás era facilitar que esos servicios llegaran a todos cualquier circunstancia. Ojalá todos aprendamos algo de eso.