El reglamento europeo considera la lana de oveja como un residuo de origen animal e impone especificaciones para su gestión. No se puede enterrar ni quemar. Tampoco se puede prescindir del esquileo anual de todo el rebaño. | Redacción Part Forana

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Llueve sobre mojado en el sector primario. Cooperatives Agroalimentàries ha advertido de que la paralización a escala mundial del mercado de la lana amenaza a los ganaderos de ovino de Baleares con un grave problema a la hora de gestionar este subproducto de la oveja. A principios de mayo comienza la campaña de esquileo sin que haya una demanda de lana, pues el mercado está parado y China acapara la mayor parte. Y por otra parte, la lana está considerada un residuo animal y no se puede quemar ni enterrar.

«En Mallorca actualmente no existe ningún lugar para su tratamiento, por lo que la lana procedente del esquileo debe ser almacenada en las granjas y cooperativas para su posterior exportación a la península; esto supone un coste adicional para los ganaderos», apunta Maria Francisca Prats, directora gerente de Cooperatives Agroalimentàries de les Illes Balears. Las cooperativas de Mallorca producen alrededor de 100 toneladas cada año, una cifra que representa el 65 por ciento de toda la lana que se genera en Mallorca. Para que ocupe el mínimo volumen posible antes de su traslado a la Península, se debe compactar en fardos de unos 400 kg de peso. La opción que han escogido las cooperativas de Consell, Sineu, Montuïri, Porreres, Algaida, Llucmajor, Petra, Artà e Inca ha sido embalar la lana sin compactar en bolsas de 70 a 80 kilos. El año pasado se pagó a 0,07 euros el kilo, un precio que no genera beneficio al ganadero.

«En la campaña de 2020, los costes de retirar la lana igualaban el precio que obteníamos por ella; este año la situación es peor; a la oveja hay que esquilarla todos los años y ni los ganaderos ni las cooperativas tenemos forma de gestionar la lana, necesitamos una salida», apunta Gaspar Mas, responsable de suministro d Camp Mallorquí. De momento esta cooperativa ofrece a los payeses envases limpios para almacenar y manipular la lana de manera higiénica.

Sobre los posibles usos de la lana, Mas explica que «el año pasado la Conselleria d’Agricultura se llevó 20 toneladas para analizarla, y una empresa de construcción otras 2 toneladas para estudiar su uso como aislante térmico; de momento no nos han dado ninguna respuesta».

En la Península la situación no es más halagüeña. «Antes la lana era una fuente de ingresos, ahora es una carga y un gasto», apunta Carlos Bernues, de la cooperativa Oviaragón. «Estamos trabajando con empresas para explorar salidas como fertilizante, para hacer pellets o compost», añade Bernues.