Una de las actividades dirigidas por los monitores del ‘Pla d’Estades Esportives’ en la playa desierta a mediodía. | Elena Ballestero

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Ni madriñeños ni alemanes, la mayoría de clientes que este sábado se paseaban por el primer hotel del Port d’Alcúdia que abre esta temporada eran familias de residentes en Mallorca.

El programa Esport per tothom del Consell salva el inicio de la temporada del Alcudia Garden Aparthotel que ve cómo se frenan las reservas de extranjeros. De las 30 habitaciones reservadas por alemanes este fin de semana, buena parte han caído.

Los primeros huéspedes locales llegaron el viernes por la noche (10 familias en total). Este sábado se incorporaron 40 más. Participan en el Pla d’Estades Esportives por el que se prevé que pasen en 2021 3.000 residentes.

La imagen de los grupos de niños y sus progenitores realizando actividades deportivas dirigidas, contrastaba con la llegada a cuentagotas de los primeros turistas extranjeros. A las doce en punto, el autocar de TUI descargaba a una única pareja. Media hora después en la recepción se contaban Cuatro parejas alemanas.

En el programa Esport per tothom participan cuatro cadenas. Además de Garden, Blau Hotels, Iberostar y Hotel Viva & Resorts. Se han agotado los 200 paquetes familiares ofertados y hay una larga lista de espera. Llegará también a Capdepera, Muro y Ses Salines.

«Solíamos hacer el programa en la apertura y cierre de hoteles y era impensable poder ofertar estancias como ahora hasta el mes de junio», explica su responsable Jenny Iriarte. También hay estancias previstas para otoño.

Entre los usuarios este sábado había novatos y repetidores. Mª del Mar Ensenyat, se estrenaba con algunas de las compañeras de la Asociación de Familias Monoparentales que preside. «Es una oportunidad genial, estamos encantadas», decía.

Mª Ángeles Ávila y Clara Lavado, fieles al programa desde hace seis años, valoraban la ausencia de aglomeraciones. Los usuarios disfrutaron de actividades deportivas sobre la playa casi desierta.

Recién llegado al hotel, el germano Stephan Wyhnalek, turista repetidor, valoraba exactamente lo mismo. La posibilidad de disfrutar de, esta vez sí, la isla de la calma. «Son mis únicas vacaciones este año y no me importa pagar un poco más por hacer los test que nos piden para rodar con la bicicleta por carreras casi vacías», decía.