El frenazo en las exportaciones a Estados Unidos ha sido aprovechado por algunas bodegas para incrementar ventas en Dinamarca, Suiza, Alemania o México, además de para reforzar la penetración en un mercado de suma importancia y futuro como es el canadiense.

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El sector vitivinícola mallorquín alberga no pocas dudas sobre los efectos que el cambio de gobierno en Estados Unidos puede tener sobre las exportaciones a ese país, después de que, en octubre de 2019, la administración Trump decidiera gravar en un 25 por ciento determinados productos agroalimentarios procedentes de países europeos. Los principales exportadores de vino insular a los Estados Unidos optan por ser realistas y no confían en que, al menos a corto o medio plazo, el nuevo gobierno presidido Joe Biden retire los aranceles impuesto por su predecesor.

Desde Ànima Negra, con una exportación del 80 por ciento de su producción y probablemente la bodega mallorquina que más vino vende en los Estados Unidos, Miquel Àngel Cerdà reconoce que el cambio de inquilino en la Casa Blanca no se tiene mucho en cuenta a la hora de planificar las exportaciones para el ejercicio 2021. En referencia a los aranceles impuestos hace un año, sospecha que su retirada, si finalmente se produce, no se llevará a cabo con la rapidez que contó su imposición.

No obstante, Cerdà reconoce también que las dificultades, en forma de gravámenes, del último año para exportar vino a Estados Unidos han constituido una oportunidad y servido a la bodega para abrir nuevos mercados en Asia y también en Ecuador y Finlandia, hasta ahora geografías prácticamente ignotas para el vino de Mallorca. Asimismo, durante este 2020 también se ha conseguido suplir de alguna manera la bajada de exportaciones a los Estados Unidos con un incremento notable de ventas en Dinamarca, Suiza, Alemania o México; así como reforzar la penetración en el gran mercado canadiense, toda vez los importadores del país vecino no pueden comprometerse respecto al futuro de los contratos vigentes.

Hace un año, nada más anunciarse la decisión del presidente Donald Trump de gravar en un 25 por ciento las exportaciones de productos agroalimentarios europeos, Miquel Àngel Cerdà recordaba que Ànima Negra vendía en Estados Unidos unas 40.000 botellas de anuales y que la línea de vinos Terra de Falanis se exportada casi exclusivamente a ese país, así como una parte nada desdeñable de Ànima Negra. También la mitad de la producción de su vino blanco Quíbia (unas 30.000 botellas) se exportaba a Estados Unidos y 15.000 botellas destinadas a un mismo importador. De la mano de Cerdà, Ànima Negra lleva 15 años trabajando con el mercado estadounidense. Nunca antes nadie que esta bodega radicada en Felanitx, que, entre otros logros, ha procurado la dignificación de la variedad de uva autóctona Callet, se había abierto paso entre el consumidor americano.

Un camino que desde entonces han seguido otras bodegas de la Isla que también se enfrentan ahora a las mismas dudas sobre que hará Joe Biden.