La familia Melgares fue la única que hizo torrada en Lluc. | Curro Viera

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Un fin de semana frío y lluvioso, especialmente este domingo, frenó la vuelta a la actividad de las áreas recreativas de Mallorca. Estas suman un total de 37, repartidas en 34 municipios de la Isla. Su cierre fue anunciado a mediados del pasado mes de octubre debido a los episodios de masificación que se dieron en algunas de ellas.

Este domingo las condiciones meteorológicas en la Serra de Tramuntana especialmente, no acompañaban para hacer uso de estas zonas. No obstante los aparcamientos de algunas como la de Coveta Negra o la más popular de todas, la de Ca S’Amitger, junto al Santuario de Lluc, tenían bastantes coches de los senderistas que cada fin de semana transitan por estos parajes.

A pesar de esto, las mesas, en su práctica totalidad, permanecían vacías. Tan solo la familia Melgares preparaba carne en uno de los fuegos de esta última. Para ellos, habituales de la zona cada domingo, su cierre supuso un problema. «En este tiempo todo ha sido trabajar y volver a casa. Nuestra principal afición es venir a Lluc a comer en la naturaleza y no hemos podido hacerlo» afirmaba uno de los miembros de la familia. A pesar del mal tiempo no quisieron perderse el primer fin de semana de reapertura y se animaron a subir a Ca s’Amitger, la zona de este tipo más grande de Mallorca, que cuenta con 43 mesas, 46 fogones y 9 aseos.

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Este sábado se publicó en el BOIB un acuerdo del Consell de Govern por el que se insta al IBANAT a la contratación del personal necesario para informar de las medidas sanitarias a los usuarios de los espacios naturales y las áreas recreativas de su competencia.

Así mismo se encomienda a los distintos cuerpos de inspección, municipal, insular o autonómicos la vigilancia del cumplimiento de las medidas adoptadas en el plan sanitario frente a la COVID-19, «sin prejuicio de la eventual solicitud de colaboración a los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado.

No obstante la vigilancia de las restricciones al uso de las áreas recreativas (mantenimiento de las distancias de seguridad o el máximo de seis personas por mesa) ha levantado los recelos de Joan Rotger, alcalde de Selva o de Antoni Solivellas, de Escorca. Para Rotger es un «despropósito» anunciar el mismo sábado las medidas adoptadas, ya que con ello no se da tiempo a las diferentes administraciones a coordinar la vigilancia. Por otro lado Solivellas afirmó que espera que la Conselleria y el IBANAT se encarguen adecuadamente de esa tarea, ya que su ayuntamiento no dispone de los medios para ello.