La playa de Alcúdia, prácticamente desierta de bañistas, mantendrá hamacas hasta finales de octubre. | Elena Ballestero

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Alcúdia fue el primer municipio de Baleares en montar sus servicios de temporada en las playas este verano. Lo hizo el 8 de junio de 2020 en plena desescalada y adoptando unas medidas sanitarias y de desinfección entonces pioneras. Pocos días después conseguía el certificado de playa libre de la COVID-19.

La clave para que Alcúdia ofreciera hamacas a sus bañistas en tiempo récord radica en que es el único ayuntamiento de Mallorca que presta el servicio de forma directa (con personal propio) en lugar de a través de un concesionario. Tenía además una autorización de Costas vigente.

Desmontaje

Cuatro meses después el Ajuntament ya ha comenzado a retirar buena parte de los elementos de playa aunque mantendrá un servicio mínimo hasta finales de este mes de octubre.

Las cifras de recaudación han caído en picado. Concretamente el Ajuntament ha recaudado este verano «entre un 7 y 7,5% de lo que recaudamos en 2019», explica el teniente de alcalde y delegado de la Empresa Municipal de Servicios de Alcúdia (EMSA), Domingo Bonnín.

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«En 2019 la recaudación fue de más de dos millones de euros. Cuando decidimos dar el servicio a principios de verano ya sabíamos que sería deficitario pero apostamos por dar una buena imagen y calidad para favorecer la llegada de turistas», dice Bonnín.

De hecho Alcúdia se ‘coló’, junto a la playa de Palma, en el plan piloto que permitió la llegada a Mallorca de los primeros turistas alemanes en las primeras semanas de junio, antes de que el resto de España abriera sus puertas a la llegada de turistas.

La oferta de alquiler de hamacas en las playas de Alcúdia se lanzó el 8 de junio con 1.100 hamacas disponibles, aproximadamente un 30 por ciento de las que se instalan cada verano.

La reducción del número de hamacas permitió garantizar el distanciamiento social sin necesidad de incrementar la superficie ocupada por las tumbonas de pago. Lo que no se tocaron fueron las tarifas. Los bañistas que eligieron alquilar el servicio han pagado el precio habitual de 6,5 euros la unidad.

El servicio de temporada en las playas ha permitido mantener la contratación de una plantilla de casi 60 trabajadores en un municipio muy castigado por la crisis económica derivada de la COVID-19.

El Ajuntament ha gastado más de 80.000 de euros en el banco de alimentos que atiende ya a más de 2.100 personas.