Se ha celebrado con controles de acceso y aforo, sin lluvia de avellanas y con la prohibición de tocar la imagen. | Elena Ballestero

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Tras unas fiestas de Sant Pere algo descafeinadas (debido a la COVID-19 se suspendió la procesión) los alcudiencs han disfrutado este jueves de la tradicional Festa de la Mare Déu de la Victòria que se adaptó a la ‘nueva normalidad’ sin perder su esencia más tradicional.

Tal y como manda la tradición se celebró la eucaristía, se bendijo y repartió la manzanilla entre los asistentes y tras la comida de paellas cocinadas por la Obreria, la alcaldesa Bàrbara Rebassa dirigió a la banda municipal tocando Paquito Chocolatero y bailó con su esposo.

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Lo hizo, fuera del ballador, en la explanada de delante del oratorio, lo que permitió que el momento (uno de los más esperados y simpáticos de la fiesta) pudiera verse desde las mesas cumpliendo las distancias de seguridad. De haber danzado en el ballador, se habría tenido que limitar un aforo ya de por sí muy reducido en este espacio. Tampoco hubo lluvia de avellanas.

Suspensión

Al acabar la eucaristía la alcaldesa explicó a los asistentes que firmar el bando de suspensión de la Revetla de la Victòria había sido una de las «peores experiencias de su vida». La policía blindó la Victòria en la madrugada del 1 al 2 de julio para evitar incidentes como los de Sant Joan en Ciutadella.