Un barrendero desatasca un alcorque repleto de guantes de un solo uso en la zona peatonal de Inca. | Redacción Part Forana

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El Ajuntament d'Inca quiere evitar que los guantes desechables se conviertan en el nuevo «monstruo de las alcantarillas», denominación que se utiliza ya popularmente para referirse a las temidas toallitas del w.c., que en los últimos años traen de cabeza a los municipios.

Los guantes se están convirtiendo en un problema. En las dos averías que ha habido en tuberías de Inca esta pasada semana se han encontrado guantes (además de toallitas).

La regidora de Serveis y Espais Públics del Ajuntament d’Inca, Mªdel Carmen Oses, se reunió ayer con representantes de los distintos grupos políticos municipales para poner sobre la mesa la propuesta de modificación de la ordenanza de limpieza viaria que llevará a pleno la última semana de mayo para frenar el impacto de la «nueva normalidad» sobre Medi Ambient a causa de la pandemia del coronavirus.

Incivismo y suciedad

La idea básica consiste en modificar la ordenanza de limpieza para obligar al control de guantes a la salida de los supermercados y comercios, y obligar a los establecimientos de comida rápida a limpiar su entorno (por decidir entre 25-50 metros) ante la proliferación de guantes, y envases de un solo uso que ensucian los espacios públicos.

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«Más allá del uso obligatorio o no de guantes y mascarillas, vemos que la comida rápida ha venido para quedarse y queremos avanzarnos para frenar su impacto sobre el entorno», dice Oses. La regidora explica que «ya no son las cadenas habituales de comida rápida sino que muchos restaurantes y bares tradicionales han puesto en marcha servicios de comida para llevar», añade.

La regidora tiene la intención de «consensuar al máximo con la oposición los cambios que se introduzcan en la ordenanza». De ahí que haya citado a los miembros de todos los partidos nuevamente el viernes para que hagan las aportaciones que consideren oportunas antes de redactar la propuesta definitiva que se debatirá en pleno.

No todos los cambios se centrarán en los nuevos residuos que la crisis sanitaria de la COVID-19 deja en las calles. La ordenanza también incluirá la obligación de que los paseantes de perros lleven una botella (que ha dado el ayuntamiento) con una solución de agua y vinagre para limpiar el orín que corroe el mobiliario público.

«No basta con colocar una papelera a las puertas del supermercado»

Mª del Carmen Oses, regidora de Serveis i Espai Públic, avisa de que «no basta con colocar una papelera en las puertas del supermercado o del comercio, los establecimientos tienen que incidir en sus clientes para que hagan un buen uso de ellas y habilitar otra forma de contenedor tapado que evite que los residuos se desperdiguen cuando hace viento». No obstante Oses hace un llamamiento a la ciudadanía para que sea solidaria en este aspecto y contribuya a tener una ciudad más limpia.

En la reunión con los representantes políticos se habló de la posibilidad de regular también un sistema de desecho de mascarillas si finalmente el Gobierno impone su uso obligatorio en espacios públicos.