Las dos playas de Can Picafort tienen una elevada ocupación con hamacas, sombrillas y dos chiringuitos. Su explotación supone unos ingresos de alrededor de 600.000 euros al Ajuntament de Santa Margalida. | Antoni Pol

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Las playas de Can Picafort y de Son Bauló, ambas situadas en el núcleo costero del municipio de Santa Margalida, podrían quedarse este verano sin servicios de hamacas, tumbonas y chiringuitos, además de instalaciones de deportes acuáticos. Esto supondría un duro revés para las cuentas municipales, pues la explotación de las playas reporta unos 600.000 euros y el Ajuntament ya contaba con estos ingresos en el presupuesto de 2020.

Las repercusiones de la crisis sanitaria causada por el coronavirus COVID-19 añaden incertidumbre a una situación que este año no comenzó tan halagüeña como en otras temporadas, pues el concurso para explotar la playa de Son Bauló se quedó desierto.

La otra playa de Can Picafort sí tuvo concurrencia y ya había un ganador, «pero la adjudicación no se pudo completar porque nos cogió el estado de alerta en medio y ahora habrá que ver si con las nuevas condiciones, sigue interesado», explica el alcalde, Martí Torres, quien añade que el Ajuntament está a la expectativa de saber cuáles serán las medidas definitivas que impondrá el Gobierno para poder hacer uso de las playas.

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El Ajuntament de Santa Margalida cuenta con una autorización de Costas para poder explotar estas dos playas durante los dos próximos años mediante una prórroga de una concesión. El hecho de que la inversión requerida sea para explotar el negocio solo para dos veranos es otro de los factores que, según el primer edil. puede haber desalentado el interés de los empresarios.

Terrazas

En Can Picafort, con una población volcada en el turismo, las consecuencias de la crisis afectan a la mayoría de vecinos y negocios, que incluso se plantean no abrir esta temporada y acogerse a las ayudas de los ERTE.

En cuanto a las terrazas, Torres adelanta que el Ajuntament «exigirá que se cumplan las medidas de seguridad, pero tendremos que ser permisivos y tolerantes, mientras no molesten al tráfico ni a los peatones, es el momento de dar una mano».