Amador Antich en el vivero que tiene en Sant Joan de 6.000 metros.

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Los productores de flores cortadas y plantas ornamentales hace semanas que demandan al Gobierno central medidas urgentes para evitar la quiebra de la mayoría de viveros ante la prohibición de vender sus productos. Es el caso de Vivers son Roig ubicado en Sant Joan y que vaticina un futuro incierto después de cinco semanas sin poder comercializar sus plantas a causa de la crisis del coronavirus.

Amador Antich y Laura Porcel son los responsables de esta explotación con más de 6.000 metros cuadrados de invernaderos donde cuidan y comercializan plantel de huerta y plantas ornamentales. «El Gobierno nos prohibió poder vender nuestras plantas en los mercados locales de los diferentes pueblos, algunos hacen la vista gorda y podemos montar parada, otros no nos dejan y esto significa una ruina», explica Antich.

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Al igual que sucede con las producciones de frutas y hortalizas, Antich tiene todas la plantación en marcha y sin poder sacarla al mercado se les acumula en los invernaderos y se marchita, prevén tener que tirar más de 4.000 plantas ornamentales. Si la situación se alarga las pérdidas de esta producción podrían superar los 14.000 euros con la pérdida de geranios y dimorfotecas. Los responsables de la explotación piden «sentido común» a las administraciones. Aseguran que desde la Conselleria d’Agricultura sí que han escuchado sus peticiones «pero no pueden hacer mucho ya que depende del Gobierno central» añade Amador. Vivers son Roig es una explotación inscrita en el registro agrario «por lo que no entendemos por qué no nos dejan vender como al resto de agricultores», lamenta.

Desde las organizaciones agrarias UPA, Asaja, Feped y las cooperativas agroalimentarias a nivel estatal han realizado diversas peticiones al ejecutivo central para que levante de una vez las prohibiciones. Según el calendario de desescalada esta se podría hacer efectiva a partir del 11 de mayo en determinados territorios. Recuerdan que la actividad de estas explotaciones es estacional y su temporada alta es precisamente la primavera, cuando se concentra entre el 50 % y el 80 % de sus ventas. La cancelación de todas las actividades festivas o litúrgicas también ha provocado un duro revés al sector. Antich pide al menos poder vender en los 16 mercados como lo hacía antes de la crisis.