Los restos de 200 personas inhumadas se encontraron amontonados en cajas en el interior de tres almacenes. Poco después del hallazgo, la Justicia cerró el caso al entender que estas salas siempre habían funcionado como osarios e instaba al Ajuntament a regularizar la situación.

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«El traslado al osario de los huesos sin sepultar hallados en el cementerio se hará sin luces ni taquígrafos y de manera inminente». Con estas palabras, el alcalde de Manacor, Miquel Oliver, cierra la polémica que saltó el pasado mes de agosto, cuando se hizo público que dos miembros del equipo de gobierno hallaron los restos de más de 200 personas inhumadas en el cementerio municipal de Son Coletes.

El Ajuntament de Manacor realizará el traslado de los huesos después de contar con el visto bueno de la Conselleria de Salut. De hecho, Oliver indicó que desde la Conselleria «no se ha puesto ningún impedimento para poder mover los huesos porque, según se ha indicado, cuando se deben mover los restos dentro del mismo camposanto no se necesita una autorización específica. El Ajuntament puede actuar sin impedimentos».

Este trámite llega después de que las autoridades judiciales resolvieran que los tres almacenes se han utilizado como osarios durante décadas e instaron al Consistorio a regularizar la situación. Tras el hallazgo de los huesos, el Ajuntament puso en conocimiento de la Policía Nacional y de la Policía Local la situación y la justicia inició una investigación que se cerró poco después al entender que las salas (que se pensaban que eran almacenes) habían funcionado siempre como osarios.

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Aunque el hallazgo de los restos amontonados en tres salas del cementerio se hizo el 1 de agosto, la noticia no salió a la luz pública hasta tres semanas después y causó un gran impacto en la sociedad. Según fuentes de la investigación, los restos corresponderían a personas fallecidas entre los años 60 y 70, cuyos huesos se almacenaron en estas tres salas durante la ejecución de unas obras de reforma en el cementerio que se hicieron en el año 1982. Tras finalizar las actuaciones, los huesos nunca se devolvieron a sus nichos.

A pesar del gran revuelo social y mediático, la polémica de los huesos ya se había dado a conocer en el año 1997 cuando un grupo de familiares dio la voz de alarma al descubrir un depósito ilegal que, por aquel entonces, fue precintado por Sanitat. Hace 23 años, el descubrimiento fue totalmente casual y los familiares decidieron no denunciar los hechos porque el enterrador les explicó que era una práctica habitual. El caso quedó en nada.

Dos décadas después, los restos humanos, que están amontonados en cajas de novoplán, siguen depositados en estas salas del cementerio de Son Coletes y ahora el Ajuntament los trasladará al osario municipal. Las salas, que hasta ahora han acogido estos huesos, se utilizarán como almacenes, un uso al que están destinadas desde el principio pero que no se les ha dado.

El día del traslado no ha trascendido porque la intención del equipo de gobierno es hacerlo con total discreción.