Llabrés, junto a Buba y Àlvarez, en su exposición solidaria. | Tolo Llabrés

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Han pasado siete años desde que el dentista alcudienc Suso Àlvarez cambió la vida de Buba mientras ejercía de voluntario en Senegal. Buba llegó en brazos de su padre con su cuerpo cubierto de pus. Se había hecho una herida jugando al fútbol «algo que aquí se cura con agua oxigenada y una tirita, pero que en su caso se convirtió en una grave infección», recuerda Àlvarez. Hoy Buba vive a caballo en Palma (donde estudia) y Alcúdia. Sueña con formarse en la UIB para ser un gran chef.

Cuando Álvarez aterrizó con Buba y su padre en Son Dureta su pronóstico era de seis días de vida. Padecía una infección generalizada que le afectaba prácticamente a todos los huesos. Pronto el dentista se dio cuenta de que Buba requeriría no solo un largo tiempo de ingreso hospitalario (estuvo 17 meses su primera vez) sino que la enfermedad le dejaría secuelas que requerirían un tratamiento ambulatorio y posteriores operaciones.

Fundó Amigos de Buba para recaudar fondos que permitieran al padre acompañar a Buba en su ingreso y una cosa llevó a la otra. «Alcúdia se volcó con Buba», dice Àlvarez.

Aquél fue el inicio de una aventura solidaria que lejos de terminar con la intervención médica ha ido creciendo y ampliando sus objetivos. Buba ya estaba a salvo, pero en su pueblo de Senegal no había un centro en el que tratar sus secuelas.

Nueva escuela

Hoy, Amigos de Buba tiene en Senegal dos camiones clínica dentales, una ambulancia y cuatro sillones dentales en un centro médico. Dos veces al año, voluntarios médicos viajan allí desde Mallorca. Ya no son solo dentistas, también hay octometristas y ginecólogas. El próximo objetivo es construir una escuela coránica en M’Baling para los niños huérfanos e hijos de leprosos. Se pueden hacer donativos en www.amigosdebuba.online.