Un grupo de exempleados de la fábrica de Lloseta, con el presidente del comité de empresa | Lola Olmo - Redacción

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El 21 de diciembre se cumplirá un año desde que se detuvo el molino de cemento y con él, cesó la producción en la fábrica de cemento de Lloseta, como consecuencia del ERE anunciado por la propiedad, Cemex. Un año después, la mayoría de los afectados que no pudieron acogerse al plan de prejubilación o de recolocación en otros centros de trabajo de la multinacional, sigue sin encontrar un empleo y empieza a cundir la preocupación por su futuro.

Entre los factores que generan pesimismo están el hecho de que la prestación por desempleo ya se ha visto reducida, transcurridos los primeros seis meses; además, los proyectos para la reindustrialización de la zona - básicamente un parque solar y una planta de hidrógeno - no serán una realidad hasta 2021 y no ofrecen puestos para todos los que se quedaron en el paro. Aproximadamente medio centenar de exempleados de Cemex continúan sin una salida laboral.

Cooperativa de transporte

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De hecho, uno de los ocho proyectos presentados por el Gobierno dentro del plan de reindustrialización era la creación de una cooperativa de exempleados para el transporte de mercancías, un plan que no ha tenido éxito. «Tenían que hacerse autónomos transportitas y afrontar una inversión de 120.000 euros cada uno para el camión, sin garantías de tener trabajo todo el año, era mucho riesgo», explica Vicenç Villalonga, presidente del comité de empresa de Cemex en Lloseta.

La falta de especialización es uno de los handicaps que dificulta encontrar un nuevo trabajo. En general, se han ido colocando algunos de los que tenían formación, como José Sánchez, que a los 10 días entraba en Tirme, y Tomeu Coll, en una empresa de reciclaje de aceites; ambos habían sido jefes de turno. En cambio, Sebastià Mulet, de Biniamar y mecánico industrial durante 15 años, es escéptico tras nueve meses en el paro. «La oferta en puestos tan específicos es escasa y muy precaria». Los que se han podido colocar, reconocen que lo han hecho con salarios inferiores.

La situación es menos delicada para los que tenían 55 años o más y podrán acogerse a la prejubilación. Es el caso de Toni Coll, encargado de laboratorio que trabajó allí 36 años, y de Sebastià Bibiloni, quien estuvo durante 25 años en el mantenimiento eléctrico. Muchos no se esperaban el cierre tras haber superado un ERE anterior. «En 2013 todos nos bajamos el sueldo un 25% a cambio de que no cerraran la fábrica, para nada».