Un momento de la procesión. | Laura Becerra

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El acto central de las fiestas de la Beata en Santa Margalida dejó una noche llena a partes iguales de devoción y tradición.

Como siempre, el primer domingo del mes de septiembre este pueblo vivió una procesión a la que acudieron más de 10.000 visitantes y que de una forma u otra implicó a cientos de personas en su organización y desarrollo.

No obstante, todas las miradas se fijaron en una joven Joana Maria Calafat, que fue elegida en el sorteo celebrado el pasado mes de julio para encarnar a la Beata. Poniendo a prueba su virtud, representada por las gerres que los dimonis van rompiendo a sus pies, la Beata se mostró imperturbable. La gran trencadissa final, al pie de la escalinata de la iglesia, fue el momento álgido de esta celebración.

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Pero la suya no fue la única imagen de la Beata. Las doce carrozas que formaban el desfile representaron doce episodios de su vida encarnados por otras tantas chicas del pueblo. La carroza Es Pou mostró a una Beata extrayendo agua en su Valldemossa natal gracias a Margalida Molinas. Marta Reynés hizo lo propio en la que refleja la vida en su humilde celda.

Los gladiolos blancos de los devotos adornaron la llamada Flor de Mallorca, una carroza espectacular que atrajo todas las miradas y en la que el papel estuvo a cargo de Marina Amer. Maria Magdalena Morey estuvo en la dedicada a la Santa Catalina mártir. El papel de la Beata durante su vida en Valldemossa estuvo representado por Maria Bàrbara Dalmau, mientras que la Carrossa del Claustre tuvo a Antònia Maria Juan. Es Didalet, con Maria Font; Les Virtuts, con Aina Maria Sancho; la Plaça del Mercat, con Maria Antònia Cifre; la de la Casa Natal, con Joana Capó, y Els Segadors con Cristina Cladera, completaron el desfile, que se cerró con Maria Rosa Font dando vida a este personaje en la carroza de la Glorificació, con una Beata ya santa y con dos ángeles descendiendo de las alturas para coronarla con rosas blancas.

Entre estas carrozas se desarrolló otro de los aspectos más significativos de esta procesión. Cientos de payeses lucharon para proteger las gerres que los dimonis se afanaban por robar para romper a los pies de la Beata. Esta rechazó todos estos intentos simbólicos de corromper su virtud manteniendo la cruz en alto.

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El palco de autoridades estuvo muy concurrido. Asistieron la presidenta del Govern, Francina Armengol; la presidenta del Consell de Mallorca, Catalina Cladera; Martí Torres, alcalde de Santa Margalida; el presidente del Parlament, Vicenç Thomàs, y numerosos alcaldes de pueblos de la Isla como Selva, Pollença, Ariany, sa Pobla o Muro.

Justo antes de comenzar la procesión se vivió a las puertas del Ajuntament un momento especial con el homenaje a dos veteranos xeremiers que han participado durante 40 años en esta celebración. Toni Marcé ‘Xisples’ y Tomeu Aloy ‘Llargo’ recibieron placas en reconocimiento. También hubo un momento para el recuerdo a la figura de Pep Valls, joven muy relacionado con esta procesión recientemente fallecido.

En cifras, esta gran procesión sigue siendo impresionante. Solo hay que destacar, al margen de los participantes directos, los más de 10.000 espectadores o las 2.000 gerres que se repartieron.

Todo ello da como resultado un espectáculo que mereció ser declarado de Interés Turístico ya en 1984 y que cierra en cierta forma el verano en lo que a fiestas se refiere, reivindicando además el papel de las costumbres y las tradiciones en una estación marcada por el auge de las neofiestas. Esta gran procesión no solo se mantiene con el paso de los años, sino que sigue creciendo en número de asistentes.

Organización

Sin novedades con respecto a otros años en una celebración donde la fidelidad a la tradición es un elemento básico, la jornada comenzó con la salida de los dimonis de sa Creueta en dirección a la iglesia. En esta tuvo lugar a las 12 el oficio solemne, presidido por Gabriel Ramis.

Ya por la tarde, las carrozas se concentraron en la explanada de la iglesia, donde se ultimaron los preparativos para que estuvieran a punto. En estas tareas participaron unos 30 voluntarios. Formaron parte estos de un gran colectivo de personas que de una u otra forma hicieron posible la que es calificada como la procesión más típica de Mallorca.

Más de 100 dimonis, que además de representar su papel en la fiesta fueron importantes para velar por la seguridad de los presentes. Más de 2.000 payeses, unos 300 personajes en las carrozas y 30 personas al frente de la organización son las cifras humanas de un evento espectacular.