Marià Gastalver, este viernes en el jardín de la rectoría de Sóller, donde reside desde hace 11 años. | Lluc Garcia

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Es el escogido por el Bisbe de Mallorca, Sebastià Taltavull, para dirigir el Santuario de Lluc junto con el sacerdote Antoni Burguera y el diácono Toni Moreno, y tomar el relevo de los Missioners dels Sagrats Cors , quienes lo han gestionado durante 128 años. Marià Gastalver (Palma, 1958), dejará el 8 de septiembre las siete parroquias que atiende desde Sóller para convertirse en prior de Lluc y rector de la parroquia del Santuario. Psicólogo, máster en psicoterapia y director durante 23 años del Teléfono de la Esperanza, como sacerdote ha trabajado especialmente con los jóvenes.

¿Siente vértigo ante este reto?

—Cierto miedo sí, no me lo esperaba. Pero también recibo el encargo con humildad, agradecimiento y muy emocionado, es un voto de confianza del Obispo y un reto importante.

¿Qué dificultades le esperan?

—Creo que lo más complicado será coordinar a la gente que ya tiene su trabajo allí, y que son todos imprescindibles, con los que lleguen nuevos. Pero a mí me gusta sumar, compartir y tengo un carácter muy social, estoy animado a lograrlo. Otro reto es lograr que la parte turística se pueda mantener sin distorsionar la experiencia espiritual.

¿Cómo se enteró de su elección?

—El obispo lo dijo en el Consejo Episcopal, del que formo parte como Vicario Episcopal de Territorio de Palma y Tramuntana - Ponent, cargo que compaginaré.

Va a dejar su «zona de confort».

—Sí, estoy muy a gusto en Sóller, donde llevo 11 años, y voy a tener que moverme mucho, aunque hoy en día, móvil y whatsApp son una gran ayuda.

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¿Cuál es su proyecto para Lluc?

—Es el proyecto del Obispado, muy abierto, que podemos resumir con una frase del Papa, «fomentar la cultura del encuentro», en el sentido amplio de la palabra. Queremos potenciar Lluc como lugar de acogida espiritual, de celebración y de cuidado de la naturaleza. También pensamos que la parte caritativa de la Iglesia debe estar reflejada en Lluc, vinculándolo con los proyectos de Cáritas y de nuestra sección de migración. También los jóvenes, como Escoltes y Clubs d’Esplai. Y por supuesto, mantener esta función de preservación de la cultura que tan bien han ejercido los Missioners els Sagrats Cors. Les estamos muy agradecidos.

¿Ustedes tres vivirán en Lluc?

—Yo sí me trasladaré a Lluc de manera permanente, junto con Antoni Burguera. La gente que sube a Lluc en busca de atención debe encontrar siempre a alguien dispuesto a dársela. El diácono Toni Moreno no vivirá en Lluc, él se debe a su familia.

¿Cree que los diáconos, que pueden casarse, pueden suplir la falta de vocaciones?

—En Mallorca hay unos 15 diáconos y su compromiso es que los pobres estén bien atendidos. Por eso esta figura encaja en el proyecto. La crisis de vocaciones no está solo en la Iglesia, también en las familias, y por tanto es difícil que surja una vocación en su seno. Pero contamos con otros curas que se han ofrecido para cubrir las misas.

¿Cómo atenderán el Santuario con tan pocas manos?

—Confiamos en crear un grupo de laicos que nos ayuden, hay seglares muy bien preparados. Y luego está la actual Fundació de Lluc y la gerencia que seguirán al frente de asuntos como los económicos, mi misión será más bien espiritual.

¿Qué será de la Escolania?

—Pasa a formar parte de las Escoles Diocesanes. Pero no cambiará nada respecto a su fórmula de escuela integrada de música. Los Blauets hacen una función muy bonita para Mallorca.