El bus lanzadera realizó sus viajes lleno de pasajeros. | Curro Viera

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El nuevo servicio de bus lanzadera entre el parking de sa Barralina y la playa de es Trenc ha llegado a su primera semana de funcionamiento con pros y contras. Mientras que la mayoría de los usuarios valoraron ayer positivamente su puesta en marcha, la queja más habitual fue por el elevado precio del billete. Con un trayecto de menos de 2 kilómetros y poco más de 5 minutos de duración, muchos no vieron proporcionado el coste de 1,5 euros por persona y trayecto. A éste hay que sumar el coste por día de aparcamiento, 5 euros.

Gran parte de los conductores se quejaron también de la falta de información clara sobre la ubicación del parking. Otra queja fue con respecto a la ausencia de máquinas de cambio. El aparcamiento funciona mediante un servicio de ORA y como métodos de pago se aceptan efectivo o tarjeta de crédito, pero muchos visitantes llegaban sin monedas o con aplicaciones de pago en sus móviles que no pudieron usar. La dirección del aparcamiento asegura que las máquinas de cambio no se pueden instalar por problemas de seguridad.

Aun así los usuarios del servicio valoraban la amplitud y comodidad de la zona de estacionamiento y la rapidez en la frecuencia de este microbús. Desde la apertura de esta infraestructura el pasado día 21, cada vez son más los usuarios, llegándose a más de 200 coches aparcados en un día. Pese a ello ha quedado siempre lejos de llenar las 500 plazas disponibles.

Con una gran marquesina para dar sombra, tanto los que llegaron en el autobús que viene desde Palma una vez al día, sobre las 10:30 de la mañana, como los que lo hicieron en sus vehículos particulares, pudieron esperar sentados y con un mínimo de confort a la lanzadera, que pasó la jornada en un continuo ir y venir. Con capacidad para unas 30 personas, la mayoría de los viajes durante la mañana fueron llenos. Pedro Marín, conductor del bus, ya hacía en años anteriores el mismo trayecto, pero saliendo del Club Nàutic de sa Ràpita. Se mostró defensor del nuevo sistema, ya que la situación de saturación y atascos que se vivía cada verano era insostenible.

Menos gasto en los negocios

Las personas al frente de negocios en la zona expresaron sus dudas con respecto al sistema. Tanto para chiringuitos como para tiendas, la situación de caos debía remediarse, pero las tarifas ponen más difícil el consumo en sus establecimientos.

Por otro lado los trabajadores del aparcamiento expresaron su disgusto por tener que desarrollar su labor en unas condiciones muy duras. La empresa gestora no les ha permitido colocar una sombrilla para protegerse del sol y tampoco les dan agua, que tienen que llevar ellos mismos. Todo ello en jornadas de 10 a 19 horas con solo una hora de descanso para comer y con una plantilla de dos trabajadores.