Cuando el párking de la playa de Formentor se llena se forman colas kilométricas de vehículos que esperan para acceder. | SOM POLLENÇA

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Vuelve el caos a la carretera de Formentor diez días después del inicio del plan de restricciones del tráfico que prohíbe a los vehículos privados circular por el último tramo (el comprendido entre la playa y el faro) de 10 a 19 horas del 15 de junio al 15 de septiembre.

El plan de choque contra la masificación pactado por el Ajuntament, Govern, Consell y la Dirección General de Tráfico (DGT) ha acabado con los atascos kilométricos que se daban entre la playa y el faro, pero ha trasladado el problema al tramo comprendido entre el Port de Pollença y la playa.

La DGT admite que «tendremos que seguir incorporando medidas que permitan reducir las aglomeraciones que se producen en la zona anterior a la de las limitaciones», pero considera que de no haber actuado en la carretera del faro «sabemos que esta situación sería la habitual en toda la Ma-2210».

No existen datos oficiales que permitan medir la densidad de los atascos y su posible evolución y es que el Consell ha quitado los medidores que instaló en 2017 y que sirvieron para diseñar el plan de restricciones y medir la efectividad del plan piloto probado en 2018.

Tampoco han llegado aún las cámaras con lectores de matrículas que la DGT instalará en la carretera del faro.

El principal problema radica ahora en la inexistencia de un aparcamiento público en la playa que sea capaz de absorber la cantidad de vehículos que se desplazan hasta allí, bien para disfrutar de un baño, bien para coger la lanzadera del TIB que va al faro.

El único aparcamiento que hay es privado y, cuando se llena, los vehículos no pueden continuar por la carretera hacia el faro. Allí se va formando una cola kilométrica de vehículos que esperan para acceder al párking en la que quedan atrapados más y más coches, e incluso el bus lanzadera. Realizar un cambio de sentido para escapar del caos es imposible en la estrecha carretera.

Hace ya más de un año que los molleros vienen advirtiendo a las administraciones de este ‘efecto colateral’ pero no han conseguido convencer a las administraciones y a la DGT de la conveniencia de restringir el tráfico desde el Moll y no desde la playa. Las medidas disuasorias adoptadas por primera vez este año para intentar reducir el uso del coche privado desde el Moll (campañas informativas y nuevas paradas de bus) no han bastado para arreglar el problema.

El nuevo alcalde Tomeu Cifre (Tots), dijo este martes que, junto con Unió Mollera Pollencina, trabaja en la redacción de un plan alternativo que negociará con el nuevo Consell con la intención de que se cierre el tráfico desde el Port en determinados horarios, como mínimo cuando el aparcamiento se llena.