El Ajuntament obligó a vallar el edificio Siesta para evitar accidentes. | Maria Nadal

TW
3

Aunque la primera línea de Cala Figuera, en el municipio de Santanyí, se ha renovado y es un punto atractivo para turistas y visitantes por sus vistas y tranquilidad, en la tercera y cuarta línea de este núcleo de población la situación cambia radicalmente. La inversión hotelera se ha olvidado de este enclave y lo que hasta hace unos 15 años eran establecimientos que atraían a jóvenes para pasar sus vacaciones o viajes de estudios, ahora son gandes edificios llenos de pintadas, con cristales rotos, sin puertas y totalmente abandonados.

En esta situación se encuentran los edificios que años atrás acogieron los Apartamentos Siesta o el hostal Mar i Cel. El paso del tiempo se nota en ambos edificios que se encuentran rodeados de casas de vecinos que han fijado su residencia en Cala Figuera durante todo el año o de los que van a veranear. La mala situación de estos antiguos hoteles ha provocado también que haya un deterioro en la zona, que se ha agravado con la aparición de bloques de pisos que se empezaron a construir y que también han quedado a medias o el cierre de antiguos bares de copas. Otras viviendas que sí se terminaron, no se han conseguido vender.

Aunque el Ajuntament de Santanyí trató de adquirir los Apartamentos Siesta con el objetivo de derribarlos y esponjar la zona, la operación al final no salió adelante y estos apartamentos ahora están vallados.

Para contrarrestar esta situación, el Consistorio trata de impulsar Cala Figuera y realzar la zona. Por ello, durante esta legislatura, el Ajuntament de Santanyí ha adquirido dos parcelas por valor de seis millones de euros y ha construido un impresionante mirador que da valor a la zona. Se trata de un gran balcón al mar que enlaza con la primera línea.

Además, se ha reformado por completo la calle Juan Sebastián Elcano donde se han soterrado los servicios y ampliado las aceras. También se ha mejorado la entrada al núcleo de población.

Pero la inversión pública contrasta con la privada que en los últimos años ha levantado algunos edificios de viviendas que han quedado a medias y ahora están deteriorados.