La asistencia de feligreses a la misa fue muy similar a la de cualquier otro domingo. | Curro Viera

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Este domingo Lluc era un hervidero de gente. Cientos de deportistas se desplazaron hasta el santuario para participar en la VIII Diada Natursport y el VII Lluc Trail, una jornada de deporte en los espectaculares parajes que rodean la zona.

Pero entre tanta animación en los corrillos no se hablaba más que de la situación del Santuario y la polémica suscitada desde que el pasado lunes se anunciara que los Missioners del Sagrat Cor, o Coritos como son popularmente conocidos, abandonaban el Santuario.

La noticia ha caído como una bomba entre los feligreses que tienen a Lluc como un lugar especial tanto en su fe como en sus tradiciones. No en vano, el Santuari de Lluc, que se asienta en terrenos de los que ya hay constancia como lugar de culto desde el siglo XIII, es todo un símbolo de la devoción religiosa en Mallorca.

Si bien el Obispado ha garantizado la continuidad sin más contratiempos de la actividad, la inquietud ha cundido entre diversos colectivos vinculados a este lugar de culto.
Preocupación

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Se pueden percibir tres puntos de vista en lo referente a todo lo que se ha conocido esta pasada semana. Por un lado los feligreses expresan en general una gran preocupación por el futuro del Santuari de Lluc. A nadie se le escapa la gran importancia tanto en lo religioso como en lo cultural, o incluso en lo económico de este lugar. Para el mallorquín, Lluc se vincula con la tradición de una forma muy intensa y perciben la situación de los llamados Coritos como una crisis en general de la iglesia. La falta de vocaciones es la principal causa de que no haya un relevo generacional. Muchos analizan este factor en clave general, no solo en lo que respecta a una u otra congregación. Pero lo que es un hecho es que los Missioners del Sagrat Cor es un nombre que para muchos es inseparable de Lluc y que con su marcha se llega al fin inevitable de una época.

Trabajadores

Otra postura distinta es la de los trabajadores. Llama la atención que entre ellos parece haber un gran temor a hablar abiertamente de su situación. Ninguno quiere dar su nombre y todos sus comentarios están envueltos en la prudencia y la discreción. Para ellos se abre un periodo básicamente de incertidumbre. Nadie tiene muy clara cual será la situación y transmiten la certeza de que hay muchos intereses contrapuestos en la gestión del santuario y los negocios que dependen directamente de él.

Por último las personas que desarrollan directamente con el clero su actividad, como pueden ser seglares que colaboran en las celebraciones, están seguros de la continuidad sin más contratiempos de la actividad en Lluc. Si bien es cierto que tampoco quieren hacer sus declaraciones de manera personal y en cierta manera dan continuidad al secretismo, algunos defienden que la polémica no va más allá del empeño de ciertos medios de comunicación.

Lluc continúa siendo ese lugar especial para todos, pero nadie percibe de la misma manera la firmeza de la institución.