Los enólogos Henri Fink y Elena Belcheva posan delante del castillo de Ca n’Alorda en Algaida. | Joan Socies

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El emblemático castillo turístico Alorda de la carretera de Palma a Manacor se reconvertirá en una bodega de vinos. Tras una larga negociación con la propiedad, la empresa WeinWert ha adquirido el edificio que llevaba cerrado y a la venta desde el año 2012.

Los nuevos propietarios ya cuentan con varias hectáreas de vid en la Isla y, según señalaron este martes, con la adquisición de este edificio «cumplimos nuestro sueño en Mallorca». Los responsables de WeinWert son Henri Fink y Elena Belcheva, dos enólogos que llevan más de 10 años trabajando en el mundo de la viticultura «en todo el mundo».

«En Mallorca existe un mundo muy dinámico entorno al vino, y ello creemos que es muy positivo. Además existe una gran historia y un buen futuro. Sabemos que se trabaja mucho en las variedades autóctonas», indica Henri Fink.

La intención de los nuevos propietarios es convertir la antigua Fábrica Alorda -en el municipio de Algaida- en la bodega para la elaboración de sus caldos, y también en un punto de venta para sus vinos y de otros cellers que ya han mostrado su interés en exponer sus productos en este emblemático hito turístico de la carretera de Palma a Manacor.

La compra del edificio por parte de los nuevos propietarios se cerró el pasado mes de diciembre y ahora, después de un mes de trabajo, han conseguido limpiar y poner en orden buena parte de las salas que permanecían intactas desde el cierre del establecimiento. Cabe recordar que el edificio que imita un castillo se construyó sobre un antiguo tejar que aún se puede ver en el interior y que alberga cinco antiguas botas congrenyades.

Este castillo, construido en los años sesenta del siglo pasado, se convirtió en uno de los primeros iconos para atraer el turismo que circulaba por la vía más importante de la Isla y que, principalmente, llevaba a miles de turistas desde Palma hasta las cuevas de Manacor. La función de Fábrica Alorda era la venta de pieles y complementos realizados con este material. Posteriormente las degustaciones gratuitas de bebidas alcohólicas o la venta de souvenirs convirtió ca n’Alorda en un punto de parada. Así, junto al vecino castillo de can Gordiola, se convirtieron en puntos de referencia para decenas de autocares.