El joven que el 17 de enero suba al Pi de Sant Antoni no se llevará un gallo como ‘joia’ | Redacción Part Forana

TW
17

La eliminación del gallo del Pi de Sant Antoni por parte del Ajuntament de Pollença ha sido recibida de manera dispar entre los pollencins: unos se aferran a la idea de que la tradición debe conservarse aunque ello conlleve incumplir la normativa, mientras otros entienden que «los tiempos cambian» y aprueban la medida. No obstante, quizás por el papel secundario que el gallo juega en el ritual, la mayoría de pollencins no muestra posicionamientos especialmente cerrados. «La fiesta será la misma sin el gallo. Seguro que buena parte de los partidarios de mantenerlo ni siquiera se habrían enterado de no haberse publicado», consideraba una internauta. «Es lo mismo poner un gallo que un conejo, si ni siquiera se ve. Buena decisión. Valiente. La fiesta será exactamente igual», decía otro. «Se están cargando una tradición milenaria» y «pues que suban al pino los animalistas», decían los partidarios de mantenerlo.

El historiador Pere Salas considera la noticia «fantástica». «El gallo no cumple función alguna, ni siquiera está al alcance de la vista: está en una bolsa, cerrado. No pasa nada si desaparece de la fiesta», señala. En cuanto a la gente que defiende la presencia del gallo argumentando que «es el símbolo de Pollença», Salas señala que el gallo «no tiene un significado especial», sino que está allí porque «los animales de pluma son la joia habitual» en las cucanyes, pruebas y carreras tradicionales. «Las tradiciones y fiestas que sobreviven son las que se modernizan y son capaces de adaptarse a los cambios históricos», sostiene Salas.

Noticias relacionadas

En el ámbito político, Tots per Pollença, el principal partido de la oposición, consideró desacertada la decisión. «El Ajuntament tendría que haber defendido la antigüedad de la fiesta», de manera que el gallo pudiera mantenerse de acuerdo con la ley, indicó su portavoz, Tomeu Cifre Ochogavía. Cifre señaló que, durante su mandato como alcalde, el Consistorio se aseguraba de que «el animal no sufriera».

Luís Miguel, portavoz de la asociación animalista de las Illes Balears, se mostró satisfecho por la decisión.