Cada tarde, durante toda la semana, los arqueólogos han explicado los resultados de la jornada a los asistentes. | Joan Socies

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No encontrar los restos de los cuatro campaners asesinados durante la represión de la Guerra Civil era una de las posibilidades. Y poco a poco, a medida que pasan los días, se va convirtiendo en una desagradable realidad.
El equipo de arqueólogos ve cómo se escurren las probabilidades a medida que se abren las distintas zonas en las que podría hallarse la fosa.

Los trabajos se iniciaron el lunes en el jardín de la entrada del cementerio. Allí, los familiares directos lo señalaban como el lugar de entierro. «Justo en medio. Entre la pared y la cisterna» repetía Tomeu Ballester, hijo del asesinado Tomeu Catoi. Y es que indican que junto a la cisterna los familiares recogieron la ropa de los asesinados pocas horas después.


La segunda posibilidad, la explanada de delante de la portassa del carro dels morts, apuntada por los historiadores y un buen número de vecinos del pueblo, también se ha descartado. Aunque cada vez son más las voces que indican que al construir las fosas sépticas se pudieran haber retirado los cuerpos de los campaners.


La tercera posibilidad, que se empezó a excavar en la mañana de ayer, fue la que indicó ya el primer día uno de los nietos de Miquel Mascaró. Sería una zona en el interior del recinto o junto a la antigua caseta de herramientas del cementerio. Pero hasta la tarde de ayer tampoco se obtuvieron resultados positivos.
Joan Verger, alcalde de Montuïri, indicó que «en este momento la palabra es resignación.

Se ha excavado casi todo y hay menos posibilidades, pero se explorará hasta el último rincón».