Un momento del baile. | Guillem Mas

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Montuïri vive la festividad de la Mare de Déu d’Agost con el tradicional baile de los Cossiers y, como no, del Dimoni cuyos nombres son coreados con devoción por parte de los más jóvenes.

El bullicio de la espera se entremezcla con el olor a albahaca, la planta aromática que impregna el pueblo y que portan los Cossiers. Entre gritos de Banya verda!, Cossiers! y vivas a Montuïri, el Dimoni ha hecho acto de presencia en la plaza minutos antes de las 18:30 horas. Amenazante y sembrando el pánico prometía sus famosas corretjades a quien gozara retarle. Pero puntuales a la cita, los Cossiers subieron al escenario.

El sonido del tamborino y el flabiol que entonaban las primeras notas de Flor de Murta desataron la euforia de los presentes y la primera danza de los Cossiers. En la calle, el gentío esperaba la vuelta de los protagonistas de la calle para iniciar con ellos la vuelta por las calles del pueblo, danza tras danza.