El ‘escar’ des Fariner, con su puerta de acceso de espaldas al mar. | Pedro Aguiló Mora

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La degradación de algunos enclaves litorales de la Isla va más allá de lo puramente ambiental y amenaza también los elementos patrimoniales. Tal es el caso de la zona que abarca s’Estanyol (en el término de Llucmajor), o sa Ràpita y ses Covetes, ya en el municipio de Campos.

De forma simultánea a los episodios de masificación y colapso que estos enclaves costeros han experimentado durante el último verano, el estado de conservación de varios ‘tesoros’ arquitectónicos catalogados por el Consell de Mallorca hace ya 11 años se ha visto seriamente comprometido.

Tal es el caso del antiguo vivero d’en Roca en s’Estanyol y de los escars (casetas varadero) de n’Entapina, en ses Covetes, y, sobre todo, los des Fariner y d’en Pere Ignasi, en sa Ràpita. Son edificios singulares en los que, además de amenazar ruina, su lamentable estado de conservación pone en riesgo la seguridad de las vecinos que tradicionalmente han utilizado estos lugares como zonas de baño. También ofrecen mala imagen a las personas ajenas a la localidad que, debido al auge que en los últimos años ha experimentado sa Ràpita como zona de moda y a la masificación de las playas vecinas, se mueven alrededor de estos enclaves.

Pese a que tanto los escars des Fariner y de’n Pere Ignasi son bienes catalogados por el Consell desde febrero de 2005, su ubicación dentro del dominio público marítimo–terrestre limita extraordinariamente las competencias del Ajuntament de Campos en el mantenimiento y restauración de estos elementos patrimoniales. A la vez que sus antiguos propietarios renunciaron hace años a la concesión administrativa expedida por Demarcación de Costas, organismo responsable de controlar y regular las actividades y posibles desmanes que puedan producirse en estas zonas del litoral.

Singularidad

En las últimas décadas, los vecinos de sa Ràpita han podido comprobar como la decadencia de los escars de Can Pieres y na Voltora desembocaba en su derrumbe. Un destino al que, si nadie lo remedia, parecen abocados los des Fariner y d’en Pere Ignasi.

El primero probablemente único en la Isla, puesto que su acceso se sitúa de espaldas al mar y la barcas accedían al mismo mediante un ingenioso sistema de raíles y poleas. En cuanto al de’n Pere Ignasi, la construcción se encuentra adaptada al terreno y la mayor parte del varadero enterrado en la roca natural.