La presidenta de la AV de Son Serra (en primer término) intervino al final del pleno para expresar su oposición al chiringuito. | Antoni Pol

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La reducción de hamacas y sombrillas anunciada por el gobierno de Santa Margalida en uno de los chiringuitos proyectados en Son Serra no habrá acercado lo más mínimo las posiciones de contrarios y partidarios de las llamadas «instalaciones de temporada». De hecho, la tensión entre unos y otros va creciendo, como se escenificó en el pleno celebrado el lunes en la Vila.

El gobierno formado por el PP de Martí À. Torres y la Convergència de Joan Monjo elevó al pleno por vía de urgencia una moción «para alcanzar una solución de consenso» en la que proponía renunciar a la instalación de chiringuitos siempre que el Govern, con cargo a la 'ecotasa', se hiciera cargo del mantenimiento y la limpieza de la playa.

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En el supuesto de que el Govern no aceptara pagar ese gasto, proseguía la moción, el Ajuntament modificaría el proyecto y prescindiría de uno de los chiringuitos (aunque anteriormente ya había anunciado que solo licitaría uno de los dos solicitados) y los velomares (también se había anunciado su supresión), lo ubicaría fuera de la zona protegida como LIC y reduciría el número de sombrillas y hamacas. Concretamente se pasaría de 100 hamacas a 60 y de 50 sombrillas a 30.

Máxima tensión

El pleno, desgarrado, puso de manifiesto el enfrentamiento entre detractores y partidarios de los chiringuitos. Abundaron las descalificaciones personales y los reproches. Monjo tuvo un duro enfrentamiento con la edil socialista Beatriz Gamundí y otro con el regidor independiente Martí Fornés.