La plaça de Pollença estaba a rebosar durante la celebración. | Pilar Pellicer

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Cuando faltaba un cuarto de hora para las once, con algo de retraso respecto a años anteriores, Joan Andreu Morro consiguió alcanzar la cima del Pi de Sant Antoni, un ejemplar de 21 metros y pico que los pollencins habían llevado de Ternelles en un viaje algo accidentado.

El ascenso resultó este año difícil y fueron necesarios varios intentos. El posible motivo de la dificultad es el hecho de que previamente había sido untado con manteca, algo que no se hace nunca. Se enjabona para poner una dificultad añadida a la ascensión, pero la manteca es aún más difícil de eliminar.

Al alcanzar la cima del árbol, Morro agujereó la bolsa de confeti, que cayó sobre la plaza aún abarrotada de gente, y descendió con el gallo, el premio que se lleva el que lo corona.

El Pi de Sant Antoni es el acto más concurrido de la fiesta antoniana en Pollença y uno de los más emblemáticos del Archipiélago.

Port de Pollença

En el Port de Pollença se vivió una situación similar, pero con un final menos afortunado. A las nueve de la mañana los vecinos iban a buscar a Formentor el pino, que fue arrastrado hasta el muelle de Formentor, donde lanzó al mar y para arrastrarlo hasta una playa del Port de Pollença.

Seguidamente, pequeños y grandes lo estiraron por las calles del Moll, un recorrido que este año ha variado por las obras de peatonalización de la primera línea. El pino se llevó hasta la plaza, donde los más ágiles y atrevidos han intentado subirlo, sin éxito, debido a que estaba excesivamente enjabonado.