El piromusical, que este año incluyó fragmentos de la ‘Sanció històrica’ de Alexandre Ballester, puso fin a los actos protocolarios del Sant Antoni ‘pobler’. | Pilar Pellicer

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Ni la alerta antiterrorista ni el frío deslucieron la revetlla de Sant Antoni de sa Pobla, si bien momentáneamente, por razones de seguridad, se tuvieron que cerrar los accesos a la plaza al superarse los 15.000 asistentes.

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Una riada de gente siguió en la iglesia primero y desde la plaza Major después los diferentes actos que diferencian la celebración poblera, como el baile de los caparrots o el piromusical. Luego, con la noche llegó la parte más auténtica y popular de la fiesta antoniana: los foguerons y las gloses a su alrededor.

La plaza Major fue el lugar que acogió los bailes de los dimonis primero y el de los caparrots después. Luego vino el piromusical, que este año, atendiendo a la crisis financiera municipal, estuvo patrocinado por una treintena de empresas aparte del Consistorio y que incluyó fragmentos de la Sanció històrica, un texto de Alenxandre Ballester. La revetlla se extendió después al resto del pueblo.