Imagen de la escalinata del castillo de Son Mas, sede del Ajuntament de Andratx. | Nuria Rincón

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Las elecciones municipales se presentan en Andratx con una izquierda más fragmentada que nunca frente a un centroderecha en armonía.

Mientras que, en 2011, las opciones izquierdistas eran dos, PSOE y MÉS, cuatro años después se han multiplicado por dos. Además de los nacionalistas y socialistas, aparecen ahora Guanyem y Frente Popular. En cambio, a su derecha el panorama es bien distinto.

Hoy, como hace cuatro años, las candidaturas quedan reducidas a dos: PP y PI. Con el agravante, para sus adversarios, de que el pacto de gobierno que ambas formaciones suscribieron en 2011 ha funcionado razonablemente bien y, lo más importante, bajo la máxima del respeto mutuo. Todavía es pronto para aventurar futuras alianzas, pero los buenos resultados de la articulada durante esta legislatura constituyen un bagaje más que aceptable para no descartar que, de producirse los resultados electorales requeridos, el pacto pueda reeditarse.

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Unos resultados que, salvo sorpresa mayúscula, no parece que vayan a variar de manera sustancial en comparación a los registrados hace cuatro años. Una mayoría absoluta del PP resulta improbable, de ahí que mantener los ocho regidores actuales se tercia como el objetivo a conseguir, aunque la pérdida de uno de ellos tampoco sería un mal resultado. No ocurre lo mismo con el PSOE.

Tras la debacle de 2011, cuando pasaron de segunda a tercera fuerza, esta no ha sido la legislatura de la recuperación. La aparición de nuevas fuerzas de izquierdas que incorporan en sus filas a ex socialistas disgustados con la dirección del partido –amén de la buena oposición de Més en estos años y la más que probable conservación de su fuerza en las urnas– pueden erosionar más si cabe los cimientos del electorado del PSOE.

Un desgaste, el de los socialistas, así como el del PP llegado el caso, del que puede sacar un buen rédito el PI. Y no tanto por la potencia de sus siglas, como por el trabajo realizado por su candidata estos años bajo el paraguas del pacto con el PP. Si en 2011, entonces bajo las siglas de CxI, se quedó a una veintena de votos del segundo regidor, en esta ocasión los regionalistas pueden ser los grandes beneficiados de la desaceleración de los ‘populares’ y la larga caída de los socialistas, sumando uno o dos ediles.

Tampoco cabe descartar que esta coyuntura abra las puertas del pleno a Guanyem, cuya lista combina la juventud con la experiencia que aportan, por ejemplo, personas como Ana María Porcel, ex dirigente del mejor PSOE.
Finalmente, aparece Frente Popular. Una formación de nuevo cuño nacida al calor del movimiento 15M que, si bien resulta improbable su incursión en el Ayuntamiento, sí puede incidir en el desgaste socialista.