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Tocada de lleno por la crisis económica, la familia Herrera Albes es una de las ocho que han ocupado las casas del antiguo poblado de Gesa en Alcúdia, diseñado por el arquitecto Josep Ferragut en 1957 y que goza de un alto nivel de protección patrimonial.

La catalogación del poblado no ha impedido su degradación absoluta. Los trabajadores fueron los primeros en denunciar el abandono del poblado y los intentos de desalojo de las viudas y jubilados a finales de los noventa. Los okupas apuntan ahora directamente a Endesa como la autora de los destrozos. «Cada vez que se va un trabajador tapian, arrancan las persianas, la instalación eléctrica y de agua, la cocina, rompen vidrios... hasta agujerean el tejado para evitar que las casas puedan ser ocupadas», dice Alberto Herrera.

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El caso de su familia es dramático. Diseñador gráfico, explica que «antes dirigía una empresa, pero hubo un ERE y se fue a la calle media plantilla, sin un duro». Ha agotado el subsidio de desempleo y, tras seis meses de impagos, llegó a un acuerdo con su arrendatario en Inca para dejar la casa en la que vivía de alquiler. «Pedimos ayuda al Ajuntament, pero ocupábamos el número 15 en la lista de espera, la situación era insostenible y nos hablaron del poblado», dice. De eso hace ya dos años.

Aún no ha recibido comunicación del juzgado, pero sabe que, tarde o temprano, llegará la notificación de desalojo que ya han recibido algunos de sus vecinos.

Endesa confirmó esta semana que hay varios desalojos en marcha. Dice que todas las medidas que ha adoptado tratan de garantizar la seguridad de sus empleados y de su patrimonio.