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Es «la procesión más típica de Mallorca», según dice el tópico, y desde hace algunos años –desde que José Ramón Bauzá accedió al Consolat, desde que la izquierda gobierna en Santa Margalida, desde todo esto– es también aquella en la que más abundan las referencias a la actualidad, la más reivindicativa socialmente. Ayer, la Beata se impuso de nuevo a las tentaciones del Dimoni, y otra vez, los que quisieron hacerlo, protestaron o manifestaron su opinión simbólicamente, sin empañar por ello el origen religioso ni la vertiente tradicional de la fiesta.

La procesión transcurrió como estaba previsto, sin que se registraran incidentes destacables, relatando la vida y pasajes de Santa Catalina Thomàs. La novedad del año era la reforma de la carroza de las Virtuts, cuyo aspecto se transformó.

La Beata fue encarnada por Maria Victòria Payeras, de 18 años, que exhibió, como manda el guión, impasibilidad ante las continuas provocaciones de los dimonis.

Llamó la atención el elevado número de colles de pagesos que participaron en la procesión. Seguramente había más que en 2013, aunque la organización puso a su disposición el mismo número de jarras: 2.500, según informó la regidora Beatriz Gamundí. Es posible que algunas colles se quedaran sin la suya. Las colles de pagesos son parejas o grupos de tres. A cada pareja le corresponde una jarra, y a los grupos de tres, dos. Las sujetan ansa per ansa, y los dimonis, si lo consiguen, se las quitan y las rompen. Es lo que se llama la trencadissa.

Aparte de la procesión, ayer por la mañana, Santa Margalida rindió un cálido homenaje al anterior Dimoni Gros, Gabriel Bauzà, que falleció en junio. Concretamente se le dedicó la calle en la que residía, la calle Europa, y se hizo entrega a su familia de una placa con una inscripción que reconoce los méritos de Bauzà: consiguió que los dimonis fueran vistos de otra forma, prestigió el personaje, la figura. Hacer de dimoni, antes de Bauzà, no estaba bien visto. En la actualidad, la mayoría de los niños, o muchos de ellos, prefieren ser dimoni antes que pageset.

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Docentes y ‘peperos’

El foco no solo estaba puesto en la Beata, sino también en la tribuna de autoridades, o en sus ausencias y presencias. Como establece el protocolo, el Consistorio invitó formalmente al presidente del Govern, a los consellers de Educació i Turisme, a la presidenta del Consell, a la presidenta del Parlament, a la delegada del Gobierno, a los portavoces de los distintos grupos parlamentarios y a los alcaldes de los municipios cercanos. José Ramón Bauzá no acudió, sino que delegó en Martí Sansaloni, conseller de Salut; Joana Maria Camps (Educació) tampoco se dejó ver, ni Jaime Martínez (Turisme), ni Maria Salom (Consell), que delegó en Joan Rotger, ni Teresa Palmer (Gobierno). Sí estuvieron Margalida Duran (Parlament), Francina Armengol (PSOE) y Biel Barceló (Més).

De haber venido, Bauzá y Camps habrían coincidido con dos representantes de la Assemblea de Docents, y entre ellos Jaume Sastre –el protagonista de la huelga de hambre de 40 días para pedir a Bauzá diálogo con los docentes–; con representantes del GOB y con miembros de la plataforma pro Consell de Joventut de les Illes Balears, un organismo que el Govern ha dejado morir. Dichas entidades o personalidades habían sido invitadas expresamente por el alcalde, Antoni Reus. También se había invitado a un representante de la plataforma antipetrolífera Balears diu No, pero excusó su presencia.

Jaume Sastre asistió vestido a l’ample –era la Beata–, y el otro docente, Guillem Barceló, con camiseta verde bajo la amerciana. Un grupo de chicas de Santa Margalida les regalaron una jarra verde.

Se vieron también otras camisetas de la plataforma Crida, y lazos verdes y cuatribarrados, alguna senyera... La reivindicación y el malestar no solo se manifestaban en el palco de autoridades, sino entre la muchedumbre de pagesos. Parece que las fiestas tradicionales no son impasibles, como la Beata, sino que varían, hasta llegan a reflejar la actualidad.