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Ni el president del Govern, José Ramón Bauzá, ni la consellera d’Educació, Cultura i Universitats, Joana Maria Camps, han asistido esta noche a la procesión de la Beata, según ha confirmado el alcalde de Santa Margalida, Antoni Reus. Por el contrario, si han asistido a «la procesión más típica de Mallorca» Jaume Sastre y Guillem Barceló, dos conocidos representantes de la Assemblea de Docents. Sastre protagonizó la pasada primavera una huelga de hambre de 40 días para reclamar, precisamente, que Bauzá se sentara a negociar con los docentes de Balears después de un año de conflicto educativo.

Poco antes de las nueve de la noche, las autoridades se han desplazado hasta el palco rodeados de muy buen ambiente y de muchos asistentes.

La parte institucional y protocolaria de la procesión de la Beata, incluidos los cargos políticos invitados, se rige por un reglamento aprobado por pleno. El Ajuntament invita formalmente siempre al president del Govern, a los consellers de Cultura y Turisme, al presidente del Consell de Mallorca, al presidente del Parlament, a los portavoces de los distintos grupos parlamentarios y al delegado del Gobierno del Estado. De los cargos mencionados, únicamente Margalida Duran, presidenta del Parlamento, y Francina Armengol y Biel Barceló, portavoces del PSOE y de Més, han confirmado su asistencia esta tarde. Los demás, todos del PP, han comunicado que no estarán, aunque Bauzá ha delegado en el conseller de Salut, Martí Sansaloni, y Maria Salom en su vicepresidente, Joan Rotger.

Ese mismo reglamento autoriza al alcalde de Santa Margalida a invitar a personalidades de la sociedad civil, no políticos, que se hayan distinguido por algún motivo a lo largo del año. En esta ocasión los invitados han sido los dos representantes de la Assemblea de docents mencionados, la entidad ecologista GOB, la plataforma antipetrolífera ‘Balears diu No’ y la entidad social Amadiba.

Por segundo año consecutivo, ni el president del Govern ni el conseller de Cultura asistirán a la Beata. En la procesión de 2012, a la que Bauzá sí asistió, proliferaron las manifestaciones individuales y colectivas a favor de la lengua catalana: senyeres colgadas en balcones y ventanas, lazos en la solapa, gloses, etcétera.