Centenares de personas han intentado hacerse con uno de los patos de plástico. | Teresa Ayuga

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Aunque el cielo gris de mediodía parecía no invitar a los asistentes a tirarse al agua en busca de patos, los valientes bañistas no se lo pensaron dos veces. Diez minutos antes de las doce sonó la sirena y al grito de «¡Al agua, patos!», miles de personas corrieron hacia el mar para hacerse con el máximo número de patos de goma. Los lanzaban desde siete barcas distintas, y había un total de 2.200. De éstos, 900 llevaban un número inscrito para optar a un premio del sorteo, que empezó a las 12:30 horas.

La rifa ofrecía 45 premios distintos, todos ellos brindados por los comercios y la Asociación Hotelera de Can Picafort. En la lista de trofeos había desde una ensaimada hasta un fin de semana en un hotel para dos personas, y el premio más grande era un pequeño lingote de oro. A medida que el altavoz cantaba los números salidos del bombo, los bañistas ganadores, todavía empapados, subían a la plataforma a recoger el vale correspondiente a su premio.

Además de los premios del sorteo, los 500 primeros niños participantes que llegaron a la mesa de los organizadores recibieron un pato de madera o reclamo que, al soplar, emula el sonido real de los patos. Con esto se quería «fer renou» para reivindicar el regreso de animales vivos, como se había hecho hasta 2005, explicó el delegado de Can Picafort, Joan Monjo. El año pasado, con la misma finalidad, se organizó un desfile de ocas.

Sin embargo, desde que se sustituyeron los patos del torrente de Son Bauló por patos de goma, el número de asistentes no ha parado de crecer. «Hay más participación con los de goma porque niños y niñas también pueden tirarse al agua. Hace años, con los patos vivos, no había tanta gente que se atreviera a entrar al agua, casi todos eran hombres adultos», explicaba la regidora de fiestas de Can Picafort, Beatriu Gamundí, que añadía: «Los mayores ayudan a los más pequeños y se crean estrategias entre grupos para conseguir el mayor número de patos».

«Esta es la fiesta más grande de Can Picafort, y si se hace es gracias a la colaboración de muchísima gente. Quiero agradecer especialmente a la Associació de Gent Gran de Can Picafort haber numerado los 2.200 patos de goma», subrayaba Gamundí.

Las fiestas concluyeron al anochecer con los fuegos artificiales.