Las dos denuncias presentadas ante la Oficina de Defensa dels Drets del Menor aportan esta imagen. | PILAR PELLICER

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La Oficina de Defensa dels Drets del Menor, organismo que depende del Govern, ha pedido al Ajuntament d’Inca que investigue la presencia de al menos un menor en el espectáculo taurino que tuvo lugar en el coso inquer el pasado 26 de julio, con motivo de las fiestas patronales. La legislación vigente prohíbe la entrada de personas menores de 16 años a las corridas de toros y considera una falta grave la vulneración de este precepto.

Las leyes actuales establecen que «los ayuntamientos son las administraciones competentes para tramitar los expedientes, inspeccionar y ejercer la potestad sancionadora sobre las actividades sujetas a la presente ley que se desarrollen íntegramente dentro de sus municipios», recuerda la Oficina de Defensa dels Drets del Menor al alcalde de Inca en una misiva que le hizo llegar ayer, y por eso le emplaza a «comprobar los hechos [...] a efecto de las posibles responsabilidades administrativas en que pudiera incurrir la empresa organizadora del espectáculo». Asimismo, la Oficina solicita al Consistorio que le informe «del resultado de las actuaciones» que se hagan.

La Oficina de Defensa dels Drets del Menor ha recogido ya dos denuncias por la presencia de al menos un menor en la corrida de Inca. Ambas se basan «en las fotografías que se publicó el 27 de julio en la página 41 del periódico Ultima Hora», dice la misiva enviada al alcalde. Una de esas dos denuncias la formuló la diputada autonómica por Més Fina Santiago. Además de denunciar la asistencia de una persona menor de edad al espectáculo taurino, Santiago recuerda en su escrito que ya se registró un hecho análogo al denunciado ahora en la corrida de 2011 y, por ello, pide a la Oficina que «actúe con todas las posibilidades que prevé la legislación vigente [...] para sancionar al promotor o promotores de la corrida».

La corrida de toros de las fiestas patronales de Inca es –al menos relativamente– tradicional. Hace quince o veinte años el ruedo se llenaba de inquers y de otras personas venidas de otros pueblos cercanos. Últimamente, desde que la sociedad está más sensibilizada con el denominado «maltrato animal», la afluencia de público ha disminuido.