Encuentro entre Joan Mas (Lluís Cànaves) y Dragut (Tolo Cerdà), que protagonizaron fielmente la encarnizada lucha. | Pere Bota

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La historia, en ocasiones, resulta irónica y el que durante años se conoció como el ‘Día de la Desgracia’ ha derivado con el paso del tiempo en una fiesta sin igual. Desde hace más de 130 años, cada 2 de agosto, Pollença rememora durante las fiestas de La Patrona la victoria de los pollencins sobre los corsarios dirigidos por el pirata Dragut, en la madrugada del 30 al 31 de mayo de 1550. En aquel tiempo, el balance fue de 130 pollencins muertos y 50 bajas entre los moros.

Miles de personas se concentraban ayer en las calles de Pollença a las siete de la tarde, cuando Lluís Cànaves (en el papel de Joan Mas) dio el grito de alerta a los pollencins: «Mare de Déu dels Àngels, assistiu-mos! / Pollencins, alçau-vos / que els pirates són aquí».

A partir de ahí se desencadenó una lucha sin igual que concluyó sin sorpresas horas después con la victoria de los de siempre. La batalla dio comienzo en la Plaça de l’Almoina, discurrió por las estrechas calles de Pollença hasta alcanzar el campo de fútbol de Can Escarrintxo donde el cristiano Joan Mas puso fin a la brega tras hacerse con la bandera del bando opuesto.

Embriagados por la victoria, los pollencins se dirigieron al templo parroquial donde interpretaron el Tedeum de Mossèn Miquel Tortell en honor a la Mare de Déu dels Àngels, su patrona. La fiesta continuó en la Plaça Major con la interpretación de L’Alborada y el Visca Pollença.

Los pollencins acostumbran a luchar en uno u otro bando por tradición familiar, si bien es cierto que los moros, más dados al desenfreno, hace tiempo que superan en número a los cristianos. Ayer, los moros estaban dirigidos por Tolo Cerdà, en el papel de Dragut, que estaba acompañado de su lugarteniente (Tòfol Ferriol) y su abanderado (Antoni Xavier). Andreu Crespí, Joan Salas, Guillem Gelabert y Joan Fernández interpretaban al Ajuntament Vella respaldando a los cristianos, armados con palos, horcas y remos, desde el inicio de la batalla. Portaron la bandera hasta el final.

Años 80

Aunque la celebración del simulacro se repite desde hace 130 años no fue hasta los años ochenta cuando la fiesta comenzó a provocar la llegada masiva de espectadores procedentes de todos los puntos de la Isla. Así, ya en 2013, el Ajuntament señalizó las llamadas «zonas de riesgo» que advierten del peligro que supone para ancianos, minusválidos y familias con niños o cochecitos intentar vivir el espectáculo en primera fila.

Sí son aptos para el público general, sin ningún tipo de restricciones, los actos previos a la celebración del simulacro; entre otros, el oficio mayor y el tradicional baile de los cossiers. Ayer hubo quien acudió a esta cita, a las 12.00 horas, vestido de verde en defensa de la educación pública y de calidad y en contra del TIL.