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La celebración de Sant Jaume, santo que no es el patrón de Algaida como muchos creen, volvió a tener un protagonista claro, los Cossiers y sus danzas. Estos interpretaron primero el baile de l’Oferta en el interior del templo parroquial y después ofrecieron sus diferentes bailes en la placeta de la iglesia.

Allí el Dimoni, figura que no puede entrar en el interior del templo, utilizaba su barrota para hacer el rotle y mantener a los numerosos vecinos y visitantes que se habían acercado hasta Algaida para ver las danzas de los Cossiers. Los diferentes pasos de los bailes, los colores de la falda, la faja, las cintas y el sombrero sobre el blanco de la camisa, los pantalones bombachos, el ruquet y las medias, junto a los pañuelos, los ramos de albahaca y los cascabeles, y las relíquies conforman la vestimenta de los seis Cossiers. La Dama viste de blanco y solo las cintas y la faja le dan color.

Todo ello conforma un espectáculo que se remonta siglos atrás y que la evolución de la sociedad ha ido transformando, e incluso convertido en atractivo turístico o incluso lo ha folclorizado en la acepción más peyorativa del termino.

Ahora, después de 40 años de su recuperación en Algaida los Cossiers muestran toda su vitalidad y buena muestra de ello son los centenares de personas que cada año acuden a Algaida para ver a los danzantes, interpretados ayer en su mayoría por jóvenes que no habían nacido aquel Sant Jaume de 1973 cuando se recuperaron los bailes a ritmo del flabiol i tamborino para todo el pueblo.