Vista de la actual avenida de Salvador Juan a la altura de la también avenida del Torrent.

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Eran las once y media de la noche del 4 de octubre de 1932. Una fuerte tormenta azotó la ciudad de Manacor y a las once de la mañana del día siguiente un cap de fibló provocó una tromba de agua entre Manacor y Portocolom. A consecuencia del viento y del agua se desbordaron los torrentes, cayeron paredes y el agua entró en la ciudad con toda la fuerza provocando grandes destrozos y la muerte del vecino Nicolau Pinya de 33 años. Fue lo que se conoce popularmente como sa Torrentada y de ello ahora se cumplen 80 años.

Según cuenta el investigador Antoni Tugores en su libro Antoni Amer, la història robada, los niveles de agua llegaron a sobrepasar los dos metros en las calles de la zona baja, la hoy conocida como las avenidas del Torrent, Salvador Juan o también las actuales calles de ses Parres, de la Pau o Fum.

Salvamento

El alcalde republicano, Antoni Amer, se puso al frente del equipo de salvamento, tal y como relata Tugores teniendo como fuente la publicación Voz y Voto. La coordinación del dispositivo corrió a cargo de la Guardia Municipal a las órdenes de su jefe Antoni Barceló, «quien realizó actos laudables y quien junto a los carabineros llevaron a cabo actos de verdadero heroísmo» auxiliando a vecinos con sus casas inundadas. Años después, Antoni Barceló fue detenido, al comienzo de la Guerra Civil, por no sumarse al golpe militar y pasó cinco años en prisiones y campos de concentración.

Según las crónicas, la rápida reacción fue clave para evitar más víctimas y «otros actos de heroísmo como el joven de 15 años Guillem Febrer que salvó, completamente solo, a una mujer de 66 años que era arrastrada por la corriente».

Tugores expone en su libro que «las pérdidas materiales fueron superiores a los dos millones de pesetas de aquel entonces: casas y paredes derrumbadas, animales domésticos, muebles, joyas...». Muchas familias lo perdieron todo así como diferentes comercios y negocios que valoraron en miles de pesetas los destrozos. Las autoridades del momento llegaron a solicitar ayudas al Gobierno. La zona catastrófica recibió la visita del gobernador Joan Manent y del presidente de la Diputación, Francesc Julià.

En las Jornades d’Estudis Locals de Manacor de 2004, se publica la Aproximació a l’estudi de les inundacions històriques a Manacor por parte de Miquel Grimalt, Joan Caldentey y Sebastià Sansó. En este estudio se desvela que la torrentada de 1932 afectó en gran medida la misma zona que la de 1850.

Tal y como recuerda Tugores, «Manacor quedó como una ciudad lastimada y sus tierras padecieron durante años la calamidad. El hecho quedó en la memoria popular de una manera imborrable. Aquellos desastres se conocerán para siempre como sa Torrentada.