La lluvia agilizó los actos organizados, que contaron con una manifestación. | Elena Ballestero

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«Esto va a toda pastilla», decía con un hilo de voz el presidente del Parlament, Pere Rotger, encargado como autoridad de mayor rango en la Festa des Vermar de realizar el discurso institucional. Rotger había preparado una larga glosa con la que demostrar su gusto por la fiesta, pero tras ceder su paraguas a una familia en la plaza subió las escalinatas para decir: «Com que soc Rotger / vos promet que l’any que vé tornaré». «Concisión y brevedad son una virtud en un día como éste», comentaba la presentadora Maria Antònia Bibiloni.

Binissalem se despide un año más de su fiesta grande y lo hace con un sabor agridulce. Muy comentado fue el hecho de que por primera vez en la historia de la fiesta sólo hubo un racimo de uva en concurso, el de Joan Reus, de dos kilos y 400 gramos que, obviamente, a falta de contrincantes se hizo con el premio.

Tras la pesada de racimos los vermadors cambiaron sus vestidos de fiesta por el de trabajo para pisar la uva que da lugar al mosto joven y ofrecérselo junto a las vermadores a Nostra Senyora de Robines con la esperanza de que los vinos del año próximo sean tan buenos como éste.

Los datos son alentadores. Maria Antònia Bibiloni explicó que 2,3 millones de kilos de uvas ya están en los cellers y que se espera «una cosecha similar a la del año pasado y una muy buena calidad de la añada, como en 2011».

El vermar tuvo también ayer un carácter reivindicativo con una manifestación en defensa del catalán al paso de las autoridades y una contramanifestación del Círculo Balear.