Los jóvenes disfrutaron durante la batalla, que no dejó a ningún asistente sin ‘rebozar’ de algarrobas trituradas y agua. | Maria nadal

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De la misma manera que lo hizo Sencelles con el Embala’t o Sineu con la fiesta del Much, ayer Costitx se volcó en la celebración de la Garrovada. Más de 200 jóvenes participaron durante todo el día en la tercera edición de la singular fiesta que, como no podía ser de otra manera, terminó en una batalla campal en la que se lanzaron unas dos toneladas de algarrobas.

La celebración empezó por la mañana cuando los jóvenes se reunieron en la plaza des Jardí y partieron hacia una finca cercana al pueblo para cargar unos 20 sacos de algarrobas que más tarde servirían de munición. Al mediodía, la misma plaza acogió una comida multitudinaria que dio paso a la esperada batalla.

El agua, las vainas y la diversión fueron la nota predominante durante toda la tarde en el pueblo de Costitx. Cualquier utensilio era bueno para transportar el agua y vertirla sobre el joven más despistado. El objetivo, que era que todos los participantes quedaran rebozados de algarrobas, se consiguió sin ninguna duda.