El ‘HMS Pembroke’ (primer plano) y el ‘HMS Middleton’ en la base naval del Sóller. | Lluc Garcia

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A las 9 en punto de la mañana entraban ayer en el Port de Sóller los dos cazaminas de la Marina Real británica procedentes del Golfo Pérsico después de dos años y medio de servicio en una de las regiones marinas más conflictivas y peligrosas. La noticia de la llegada de los dos barcos, los primeros pertenecientes a la Royal Navy que han entrado en el Port de Sóller, despertó ayer expectación.

En la base naval les esperaban personalmente los dos marinos que pidieron esta excepcional escala en el puerto natural de Tramuntana: el comandante Francisco Arenas, jefe de la Estación naval de Sóller y el contraalmirante Frederick Price, agregado de Defensa en la embajada del Reino Unido en España y solleric de nacimiento ya que su madre es mallorquina y natural de este municipio. Los dos militares no ocultaron su satisfacción por el significado de esta escala.

En poco menos de veinte minutos los dos buques completaron la operación y se abarloaron en el muelle militar saludando acto seguido sus comandantes Steve Higham y Chris Allen a las autoridades que esperaban en tierra. Los mandos del HMS Pembroke y del HMS Middleton, expresaron su satisfacción per haber podido visitar «un lugar tan bonito del Mediterráneo». Aseguraron que durante las tres noches que pasarán en la Mallorca «la tripulación se divertirá en las zonas de ocio nocturno de la Isla», aunque los oficiales aseguraron preferir «comer en algún lugar típico o tomar tranquilamente una cerveza».

Poco después de la llegada al Port el Ajuntament recibió oficialmente a los militares en la Sala Magna. Estuvieron presentes los alcaldes de Sóller y Fornalutx, Carlos Simarro y Joan Albertí y el concejal Miquel Bestard. Por la tarde se ofreció una recepción a bordo del HMS Middleton, a la que asistieron numerosos invitados de Sóller.

La nota curiosa del día la daba una bandera española que junto a la mallorquina ondeó en el buque. La bandera no era la oficial del Estado sino la del toro de Osborne. Se ignora si este fallo se debió a un «despiste» o a una falta de tacto inpensable en un buque de guerra de un país aliado.