Las dos balas de paja que sirvieron de munición para la batalla llevaban la ‘senyera’ a modo de protesta por los recortes al catalán. | Maria Nadal

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Paja, agua y diversión. Estos fueron los ingredientes necesarios para que cerca de mil personas disfrutaran durante la celebración de la sexta edición de la fiesta Embala’t que acogió ayer el pueblo de Sencelles que durante estos días celebra las fiestas de la Mare de Déu d’Agost.

La comisión Embala’t se encarga cada año de la organización de la fiesta que, aunque es relativamente reciente, cuenta con una gran aceptación por parte de los vecinos y visitantes que acuden al pueblo con el único objetivo de pasárselo bien. A las doce se dio el pistoletazo de salida con la lectura del pregón a cargo de Felip Serra. Después de los juegos populares y una vuelta en mobylette, las cerca de 800 personas que compraron la camiseta degustaron los fideos de roter.

No fue hasta después de la comida cuando una marea de gente se dirigió hasta la finca del Cós para dar comienzo al momento más esperado: la batalla de paja. Los xeremiers y un carro encabezaron la comitiva que fue en busca de las dos grandes balas de paja que poco después sirvieron de munición. Como novedad, este año, las balas iban envueltas con una gran senyera en defensa del catalán.

La bala empujada por las mujeres entró en la Plaça Nova poco antes que la bala de los hombres y fue entonces cuando empezó la guerra. El agua y la paja volaron sobre la multitud de personas y la fiesta no terminó hasta pasadas las ocho y media de la tarde.